por Marco A. Echeverría Díaz
Traigo a colación un artículo muy interesante de don Salvador Aguilera, publicado en el blog Lex Orandi.
En este artículo, parte de una serie de entregas, las cuales publicaremos en nuestro blog, tienen como denominador común el Caeremoniale Episcoporum (Ceremonial de los Obispos), libro litúrgico de la Iglesia que contiene una serie de rúbricas para la Misa Pontifical. Y lo curioso de este libro que, dicho sea de paso, tiene su versión anterior y posterior a la reforma litúrgica, es que entrega una serie de respuestas a muchas dudas que surgen en nuestras parroquias e iglesias, en torno a cómo celebrar la Sagrada Liturgia, ya sea en cualquiera de las formas del Rito Romano.
A continuación, publicamos el texto de dicho artículo, al cual hacemos comentarios (C) .
Introducción
Me mueve a escribir lo siguiente el deseo de hacer ver que muchas de las cosas que a veces nos planteamos en la Liturgia cómo se ha de hacer, ya están resueltas. El Ceremonial de los Obispos es uno de los Libros Litúrgicos más desconocidos; ya están resueltas las dudas, y veréis cómo muchas cosas que hacemos de una manera, el ceremonial nos manda de otra; podremos decir que lo hacemos por ignorancia, pero muchas veces la ignorancia es porque no se estudian suficientemente los libros litúrgicos, qué digo, ni siquiera se leen.
Espero que ninguno piense que como dice Ceremonial de los Obispos no hemos de tenerlo en cuenta el resto, lo traigo a colación porque así me contestó en una ocasión un venerable sacerdote; se llama así porque la liturgia episcopal está llamada a ser el ejemplo de todas las celebraciones, de ahí el fijarse en ella y la responsabilidad del Pastor de vivir en fidelidad a la Liturgia y a la Tradición para que luego otros la vivan. (C: Claramente, la dimensión del Obispo como primer Liturgo de una diócesis, tiene total validez en este aspecto. De allí que sea importantísima la formación litúrgica del clero, así como contar con sacerdotes y laicos competentes para llevar a cabo fielmente lo que la Iglesia nos señala y enseña).
Seguiré el Orden del Ceremonial y como no es algo científico lo que voy a hacer, iré poniendo lo que crea conveniente se debe saber porque otros o yo hemos comentado que no se hace. A no ser que salga un documento posterior que cambie algo de lo que dice, es vigente esto; también he de decir que no voy a referirme a otros lugares, sólo al CE. (C: En lo que continúa, veremos una exposición detallada de muchas normas litúrgicas, las cuales, en la mayoría de los casos, no son seguidas ni en su mínima expresión, haciendo prevalecer sobre ellas las “costumbres creativas del ordinario de turno” (comúnmente llamado “Yo lo hago así porque yo soy el sacerdote"; “Mi Misa la celebro a mi gusto” y otras tantas frases cliché de la “Teología rupturista trasnochada"). Cabe notar el hecho de que este estudio busca mostrarnos no solo un vademécum ante posibles dudas que nos asalten, sino que, además, busca incitarnos a redescubrir la riqueza litúrgica en los signos y gestos de la Sacra Liturgia).
Parte Primera: La Liturgia Episcopal en general
22: Los presbíteros cuando participan en las Celebraciones episcopales hagan lo que les corresponde como presbíteros, si no hay diáconos hagan algunos de los ministerios de éste pero nunca lleven las vestiduras diaconales.
25: Son los diáconos los que siempre hacen la Oración Universal y proclaman el Evangelio. (C: Nótese la importancia de este aspecto. Los “Guías de la celebración” están demás cuando existen diáconos. Así mismo, es un llamado de atención a evitar a toda costa que un laico proclame el evangelio durante la Santa Misa, abuso que se ha extendido en muchos lugares. Abordaremos prontamente el tema de los “Guías de la Celebración” en otro artículo, demostrando como, en algunas ocasiones, se transforman en verdaderos Despropósitos Litúrgicos Contemporáneos).
50: En el presbiterio están: Obispo, presbíteros y ministros; y por la disposición se mostrará el carácter jerárquico. (C: No ministros extraordinarios, No laicos, ni nadie quien no tenga una función litúrgica en particular.)
50: “Durante las celebraciones litúrgicas no debe entrar ningún ministro que no lleve el vestido litúrgico o sotana y sobrepelliz u otra vestidura legítimamente aprobada”. (C: Más que claro. Hay que evitar a toda costa el participar como “Concelebrantes” sin la adecuada indumentaria litúrgica).
56: Las vestiduras del Obispo en la celebración litúrgica son las mismas que las del presbítero, pero “es conveniente que en la celebración solemne, según la antigua costumbre, debajo de la casulla vista la dalmática, podrá ser siempre blanca, sobre todo en las Ordenaciones, bendición de Abad y Abadesa y en la dedicación de una iglesia y un altar” (C: Este punto es muy importante, pues realza la plenitud del sacramento del Orden que reside en el Obispo. Sin duda, el Papa Benedicto XVI nos ha dado cátedra al respecto, utilizando frecuentemente la dalmática pontifical (que es un poco más liviana y delgada), durante las funciones litúrgicas donde es propio utilizarla. ¿Capricho del Papa? NO!. Es solamente hacer lo que la Iglesia pide.)
61: “La Cruz pectoral se usa debajo de la casulla o de la dalmática o de la capa pluvial; en cambio, se usa sobre la muceta”. (C: Una exhortación necesaria para la mayoría de los obispos latinoamericanos, principalmente, donde se ha introducido la costumbre de utilizarla sobre la casulla.)
63: Vemos muchas veces el uso de la cruz pectoral con cadena metálica cuando el Obispo viste el traje coral, en este número dice claramente que con el traje coral se usa sólo “la cruz pectoral sostenida sobre la muceta por un cordón de color verde entretejido con oro”, ya sabemos que en el caso de los cardenales es rojo con oro. Algo que pocos usan son las medias violáceas cuando se usa la sotana de este color. (C: Un ejemplo de la necesidad de recuperar algunas tradiciones eclesiásticas, las cuales tienen, sin duda alguna, un profundo sentido que debe ser redescubierto, no solo por los laicos, sino que también por los propios sacerdotes y obispos.)
64: “La capa magna violácea, sin armiño, sólo puede ser usada en su diócesis y en las festividades solemnes”. (C: Realmente interesante, pues últimamente solo se ha visto a algunos cardenales (Medina, Castrillón, por ejemplo), y a algunos obispos (Schneider, Burke, entre otros), que la han utilizado, pero en el contexto de la Misa en su forma extraordinaria. Importante destacar que el Caeremoniale invita a su uso en la forma ordinaria.)
65: Este número es bastante interesante ya que nos habla del uso de albas ceñidas con cíngulo, luego es obligatorio el cíngulo como nos dice este número: “a no ser que esté hecha de tal manera que pueda ajustarse al cuerpo”, luego es evidente que si no se ciñe hay que usar cíngulo; y si seguimos leemos que el amito es obligatorio también, la condición para no usarlo es si el alba nos tapa el vestido ordinario. (C: Otro ejemplo de la necesidad de recuperar algunos elementos que han sido olvidados y relegados a las estanterías, por comodidad, y que por ello mismo, han perdido su significado más profundo. Con ello, también renace la necesidad de retomar las oraciones al revestirse los ornamentos del Sacerdote y el Obispo, que llevan plasmada de manera elocuente el simbolismo de cada uno de los indumentos sagrados).
68: Hay dos especies de inclinación en la Misa que ha de hacer siempre el celebrante: a) con la cabeza se hace al nombre de Jesús y María y del Santo del Día. b) con el cuerpo: al altar cuando no está el Santísimo, al Obispo y antes y después de la incensación. (C: Importante recuperar esta práctica, en muchos lugares ya desaparecida, de las inclinaciones mayores y menores. Motivo de la desaparición: tibieza y relajación de costumbres).
70: Los que portan objetos no hacen genuflexión ni inclinación profunda. (C: También es de vital importancia señalar la necesidad de recuperar, en muchos casos, las genuflexiones que han sido omitidas de la liturgia. E incluso, me atrevería a decir que es necesario recuperar las pocas que quedan en la forma ordinaria, que en muchos casos son omitidas arbitrariamente por los sacerdotes, por negligencia.)
71: Si se va procesionalmente no se hace genuflexión ante el Santísimo, en el caso en que esté en otro lugar que en el que se celebra.
73: El Beso al Altar: al comienzo lo besan Celebrante, concelebrantes y diáconos pero al final no lo hacen los concelebrantes, sí celebrante y diácono.
74: Cuando se proclama el Evangelio todos nos tenemos que girar hacia el lugar donde se proclama. (C: Y se debe cuidar, también, que ese lugar sea el ambón. Así mismo, que el Evangelio debe ser proclamado en forma correcta y piadosa, sin apurarse deliberadamente, omitir o modificar palabras, acortar deliberadamente, agregar expresiones, e incluso, reemplazarlo por “representaciones” que rayan en lo sacrílego).
75: El Evangelio se inciensa tres veces: en medio, izquierda y derecha.
90: En la nota 73 dice que se echan tres cucharillas de incienso. (C: “Ab illo benedicaris in cuius honorem cremáberis” dice la oración de la forma extraordinaria, para la bendición del incienso. Si bien, en la forma ordinaria, dichas oraciones no se encuentran como obligatorias, podrían realizarse. Las tres cucharillas de incienso expresan muy bien el hecho de que se quema incienso en honor de la Santísima Trinidad, pues ella es el centro de nuestra fe: Al Padre, Por Jesucristo, en el Espíritu Santo.)
91: “antes y después de incensar, se hace inclinación profunda a la persona u objeto que se inciensa” pero no se hace al altar y a las ofrendas. En la nota 75 dice que la mano izquierda sostiene las cadenas y ésta mano se pone en el pecho y con la derecha se inciensa.
92: Vemos como cada uno inciensa como quiere cuando en este número está dispuesto así: tres movimientos dobles para el Santísimo, Vera Cruz, imágenes del Señor, ofrendas, cruz de Altar, Evangeliario, Cirio Pascual, Obispo o Presbítero celebrante, autoridad civil, coro y pueblo y cuerpo del difunto y dos movimientos dobles: reliquias e imágenes de los santos. (C: En algunos casos, la costumbre ha hecho que, para el Santísimo, se inciense son tres movimientos triples. Nótese la importancia de que se debe incensar de la manera apropiada, y no solo por el gusto de “esparcir humito").
93: Las ofrendas se inciensan antes de la incensación del altar y de la cruz; y las reliquias e imágenes se inciensan después del altar y únicamente se hará al principio de la celebración, no se puede en el ofertorio, por ejemplo (cfr. 95).
104: Las manos un poco elevadas y extendidas en las oraciones; y las manos juntas a no ser que tenga que extenderlas, luego los brazos cruzados no es un gesto litúrgico. En la nota 80 del número 107 se nos dice que las manos se tienen ante el pecho con las palmas extendidas y al mismo tiempo que juntas, y el pulgar de la derecha sobre el de la izquierda puesto en forma de cruz. Y según el 108 cuando se signa o bendice la mano izquierda se pone en el pecho, menos cuando está en el altar y bendice las ofrendas, en este caso la pone en el altar, esto último es muy olvidado. Y por último si uno está sentado no se cruzan los brazos sino que se ponen las palmas sobre las rodillas (cfr. 109) (C: Importante es enseñar a los clérigos el Ars Celebrandi de la Santa Misa, y de la Sacra liturgia en general. Y este punto vendría a ser parte de las nociones fundamentales: NO INTRODUCIR SIGNOS MUNDANOS A LA LITURGIA. Y esto valdrá no solo para el cruzarse de piernas y brazos, sino que también para las “danzas litúrgicas” (Otro despropósito litúrgico contemporáneo), los aplausos, entre otras frivolidades).
Parte Segunda: La Santa Misa
125: Uso de la patena para la comunión de los fieles. (C: Indispensable)
126: Es curioso el orden que nos da este número del orden al vestirse el Obispo: amito, alba, cruz pectoral, estola, dalmática y casulla; fijémonos donde va el pectoral, aunque parece que está extendido el otro uso, pero hemos de preferir el del Ceremonial.
128: En la procesión se lleva el Evangeliario. Por tanto está prohibido llevar el Leccionario. Además si se lleva en procesión se deja en el altar no en el ambón, porque luego se llevará de manera solemne.
131: La reverencia al altar o la genuflexión al Santísimo al llegar al lugar de la celebración se hace sin mitra y báculo.
136: El Oremos con manos juntas y haciendo breve silencio antes de la oración. (C: Muy importante es el lugar del silencio en la Liturgia. En este caso, en medio de las oraciones. De alguna manera, se busca preparar la oración, disponiendo el corazón para tal efecto. Es totalmente deseable que se recupere esta laudable costumbre (que hoy en día se está retomando en los jóvenes sacerdotes), de manera de evitar el apuro desmesurado de la Misa).
140: En el aleluya todos han de estar de pie, menos el que pone incienso en el turíbulo.
141: Cuando se dice antes del Evangelio: El Señor esté con vosotros se tienen las manos juntas; el Obispo recibe el báculo cuando ya se ha signado.
142: Aunque pocos lo hacen se puede predicar sentado en la Sede con mitra y báculo. (C: Un ejemplo que deja patente el hecho de que el Obispo enseña, desde su cátedra, al pueblo fiel y lo exhorta en torno a los misterios Divinos. Otra costumbre laudable y totalmente factible de recuperar).
144: La oración conclusiva de las preces es con las manos extendidas. (C: Importantísimo que se haga esta oración, y no sea reemplazada por un silencio, por una jaculatoria, o por un canto desaliñado).
146-7: El pan y el vino se ofrecen por separado, nunca juntos. (C: Otro abuso a corregir es el ofrecimiento de las oblatas juntas, articulando las oraciones en solo una, para, en muchos casos, ahorrar tiempo y esfuerzo).
155: Si dice que se descubre el cáliz y el copón antes de la epíclesis es porque se pueden cubrir ambos. (C: Luego, es laudable recuperar la costumbre de mantener los copones cerrados cuando corresponde durante la Liturgia (tal como se hace en la forma extraordinaria)).
158: Este número es muy interesante: el celebrante principal eleva la patena y el diácono o un concelebrante si no hay diácono el cáliz, pero no se puede hacer otra cosa, por ejemplo: que otros eleven mientras el principal eleva las manos, que todos elevan algo, es decir, los copones, las patenas, los cálices. (C: Otro abuso que debe ser corregido a la luz de este número. La búsqueda de protagonismos puede llegar a niveles desastrosos y abiertamente sacrílegos. Mientras menos concelebrantes, mientras más se parezca a la sobriedad de la forma extraordinaria, tanto mejor.)
163: En el Ecce Agnus Dei: hay que poner la patena bajo la Hostia cuando se muestra.
168: Los aviso se dan después de la oración después de la comunión y antes de la Bendición. (C: Sería importante, al respecto, seguir la costumbre que en muchos lugares se ha impuesto, de que se hagan posteriormente a la bendición y el envío (Ite Missa Est), para así, evitar contaminar la Liturgia con elementos foráneos a ella. Un tema en discusión.)
169: Bendición: recibe el Obispo la Mitra y entonces dice: Dominus vobiscum; pero el báculo no lo recibe hasta que dice: La Bendición de Dios todopoderoso…
170: Se ha de hacer reverencia a la Cruz al llegar a la sacristía o secretarium. (C: Además, creo que es necesario recuperar el silencio debido en la sacristía, la preparación del sacerdote y de los ministros para la celebración de los Sagrados Misterios, así como también, la acción de gracias del pueblo fiel y los sacerdotes.)
Vestiduras de los Prelados
En el Apéndice I del CE se trata de las Vestiduras de los Prelados: I-Obispos, II-Cardenales, III-Otros Prelados y IV-Canónigos. Iremos analizando estos números: del 1199 al 1210.
Vestiduras de los Obispos
El anillo es lo primero que trata el CE, luego vemos la importancia que tiene ya que es la “insignia de fe y de unión nupcial con la Iglesia, su esposa”, y al comenzar el número explicita que “el Obispo siempre lleva el anillo”. Más adelante se puede ver cómo divide el CE en tres los tipos de vestiduras episcopales, atentos a esta división que es muy curiosa:
1.- Hábito Coral: sotana de color violáceo con banda de seda con flecos (no borlas; en la forma extraordinario del Rito Romano sí se usan, cada uno del color del fajín), roquete, muceta sin cogulla, cruz pectoral con cordón de color verde entretejido con oro (no pectoral con cadena) solideo y bonete con borla del mismo color; puede también ponerse las medias del mismo color; usar capa magna, sin armiño, en su diócesis para las grandes solemnidades; los zapatos serán negros y sin hebillas. Es interesante el número 1202 que nos dice que así irá revestido “cuantas veces sale para dirigirse públicamente a la Iglesia o cuando regresa de ella, cuando esté presente sin que presida la liturgia o las acciones sagradas, y en otros casos previstos en este Ceremonial”.
C: Es curioso que se haga hincapié en esto último, cuando los obispos comúnmente utilizan ropa común de sacerdotes. Este párrafo realza la necesidad de que el Obispo muestre su labor en medio de la gente, por lo que el Hábito Coral es realmente una necesidad, para que sea fácilmente identificable por la gente, y sea también testimonio de su plenitud del Sacerdocio de Cristo.
2.- Vestidura en circunstancias más solemnes, fuera de las celebraciones litúrgicas (1203): sotana negra con cordoncillo, ribetes, costuras, ojales y botones de seda color rubí, sin sobremangas; sobre esta se puede colocar una esclavina; fajín con flecos, cruz pectoral con cadenilla y solideo; las medias violáceas son opcionales. Se permite el uso de sombrero: de paño grueso de color negro el cual puede ser adornado con cordoncillos y borlas de color verde. En circunstancias más solemnes se podrá usar un amplio manteo de seda, color violáceo, (los italianos le llaman ferraiolo), que llegue hasta los pies. Finaliza el CE diciendo: “sobre estas vestiduras puede llevarse un manteo decoroso de color negro, al cual se puede agregar una esclavina”.
CdelE: Realmente, es deplorable ver a muchos obispos a asistir a ciercunstancias importantes, dentro y fuera del ámbito religioso, vestidos como simples civiles. Más aún, cuando miembros de otras sectas y denominaciones religiosas asisten con las vestiduras propias para tales fines. Otra circunstancia para evangelizar con el ejemplo, al menos visible, bastante mal aprovechada.
3.- Vestidura cotidiana (1204): sotana negra sin cordoncillo o el hábito propio si es religioso. Con medias negras; puede usar solideo y lo curioso es que también el fajín violáceo. “La cruz pectoral se sostiene con la cadenilla”. Y vuelve a repetir lo mismo que al principio: siempre debe llevarse el anillo.
CdelE: Este Ceremonial nos deja claro que la vestimenta secular no es una opción válida para el Obispo. Y que en anillo episcopal tampoco, aunque es bastante aceptado.
Vestiduras de los Cardenales
En el 1205 dice que igual a lo anterior pero sustituyendo el color violáceo por el rojo. Algunas apreciaciones: para los Obispos el fajín, el solideo y el ferraiolo eran de seda, sin embargo para los Cardenales es de muaré (si no recuerdo mal, los Nuncios lo llevan violáceo y con muaré); el cordón que sostiene la cruz cuando se lleva traje coral es rojo y dorado, y las borlas del sombrero también; y la birreta de seda roja muaré sólo lo usan con el traje coral (curioso que termine diciendo el CE que no se puede usar como algo común para taparse la cabeza).
CdelE: Ojalá, muchos cardenales hicieran caso de las normas del Ceremonial. Por supuesto, no muchos lo hacen, salvo que estén en Roma.
Vestiduras de otros Prelados
1.- Equiparados por el Derecho al Obispo diocesano, aunque carezcan de la dignidad episcopal (1206): las mismas vestiduras de los Obispos.
2.- Prelados Superiores de los Dicasterios de la Curia Romana que no son Obispos, Auditores de la Rota Romana, Promotor General de Justicia y Defensor del Vínculo del Supremo Tribunal de la Signatura Apostólica, Protonotarios Apostólicos de número y Clérigos de la Cámara Apostólica(1207): a.-Traje coral: sotana violácea con fajín con flecos, roquete, manteleta violácea y bonete negro con borla violácea. b.- Circunstancias solemnes, pero fuera de celebración litúrgica: sotana negra con cordoncillo y demás adornos color rubí, con fajín violáceo; pueden usar el ferraiolo, pero las medias siempre serán negras y los zapatos sin hebillas.
3.- Protonotarios Apostólicos supernumerarios y Prelados de Honor de su Santidad (1208): a.-Traje coral: sotana violácea con fajín del mismo color con flecos, sobrepelliz (es curioso que dice no rizada en la versión del CELAM y non arricciata en la versión de la CEI) y bonete negro con borla negra. b.- Circunstancias solemnes, pero fuera de celebración litúrgica: sotana negra con cordoncillo y demás adornos color rubí y con fajín violáceo, sin esclavina. Sólo los primeros que hemos nombrado podrán llevar ferraiolo.
4.- Capellanes de Su Santidad: en cualquier circunstancia sotana negra con cordoncillo y demás adornos y fajín viólaceo. Su traje coral es lo dicho anteriormente más la sobrepelliz.
Vestiduras de los Canónigos
Éste último número creo que es el más complejo porque cada Cabildo tiene sus peculiaridades, pero como ya dije en el Post I, yo sólo trato el CE, luego me remito sólo al número 1210.
Vestirán en las Celebraciones litúrgicas: como hábito coral: sobre la sotana que les corresponde sólo la sobrepelliz y la muceta negra con cordoncillo violáceo. Los Beneficiados: sólo sobrepelliz y muceta negra. Fuera de las celebraciones litúrgicas: las vestiduras que le corresponden a su condición.
CdelE: ¿Vestiduras Propias de su condición?… Las veremos pronto en un nuevo artículo!.
Nota: Hago público agradecimiento al Pbro. Don Salvador Aguilera por esta interesante secuencia de textos, tan importantes para entender las normas litúrgicas que encierran la tradición de la Iglesia, y que son aplicables en este caso para la forma ordinaria del Rito Romano, para lo cual, a menudo, escasea la información de este tipo.
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