PRONUNCIACIÓN LATÍN ECLESIÁSTICO




Latín Eclesiástico


PRONUNCIACIÓN DEL LATÍN (1)


La lengua del canto gregoriano es el latín. A partir de su restauración, ocurrida en el siglo XIX, dentro de la liturgia de la Iglesia, los papas aconsejaron que se adoptara la pronunciación romana del latín.


A continuación presentamos algunas normas de pronunciación de los textos latinos.
Diptongos
ae, oeSe emiten en un solo sonido y se pronuncian e: maríae=maríe, moestus=mestus.
au, euSe pronuncian las dos vocales con su sonido propio pero en una sola emisión de voz. autem= au-tem, euge= eu-ge. La a con la u siempre forma diptongo: laudamus= lau-damus, pauper=pau-per.
euNo forman diptongo cuando en la declinación no es constante esta última letra: meus=me-us (genitivo es mei en el que desaparece la u).
A excepción de lo anotado, dos vocales pertenecen siempre a sílabas diferentes por lo cual hay que pronunciarlas separadamente: tría=trí-a, ruínas=ru-inas, fuérunt=fu-érunt.
qu, gu
La u que sigue a la q o a la g siempre es sonora. quacumque=cua-cúm-cue, quaero=cu-ero, qui=cu-i.
pinguédinem=pin-güé-dinem, sanguis=san-güis.
Consonantes
CLa C delante de e, i, ae, oe se pronuncia como la ch castellana. Caecilia=Chechília, coelum=chelum.
CCCuando se encuentra la doble C delante de dichas vocales se pronuncia kch:ecce=ekche; accípite=akchípite.
CHTiene sonido de k: cháritas=káritas, Melchísedec=Melkísedec.
GDelante de la e, i tiene el mismo sonido que en francés (Y suavisada): genus, pángimus.
GNSuena como la ñ en español: agnus=añus, magnitudo=mañitudo.
HTiene el sonido de la k en el dativo mihi=miki, y en el adverbio nihil=nikil con sus compuestos nihilóminus=nikilóminus. En los demás casos la h es muda.
JSuena como la y en español; major=mayor, Jesus=Yesus
LLSe pronuncia como dos L separadas: nullus=nul-lus, tranquíllitas=trancuíl-litas.
MHay que cuidar para que no suene como N. Dóminum no Dóminun, immémor no inmémor.
PHTiene el mismo sonido que la f en español: phase=fase, philosóphia=filosófia.
SSIgual que la s en español: missa, pásser.
SCDelante de e y de i, tiene el mismo sonido que la ch francesa: Scientia, descéndo
T
Cuanto a la sílaba ti la precede y le sigue una vocal, suena como ts: étiam=étsiam, grátias=grátsias.
Si la precede una s o una x la t tiene el mismo sonido que en español: quaéstio= cuestio, mixtio=mixtio.
VSe debe diferenciar de la b acercando el labio inferior al borde de los dientes.
XDelante de vocal suena cs: condúxit=conducsit, genuflexo=genuflecso.
XCCuando preceden a las vocales e, i suenan la x como k y la c como la ch francesa: excélsis=ekchélsis, excípias=ekchípias.
ZSe pronuncia como la s suave dejándose oir una t: zona=tsona, zizánia=tsitsánia.

Pronunciación:


El latín eclesiástico tiene la pronunciación exacta del italiano moderno y ningún hispanohablante deberá tener dificultades en lograrla.
En cuanto a las vocales, observamos lo siguiente: a, e, i, o, u, son igual que en español, pero además tenemos dos ligaduras, a saber: æ y œ, que antiguamente, en tiempos de los romanos, tenían el valor de ai y oi, respectivamente; mas ahora se pronuncian simplemente como e. Así, ‘cælo’ = che-lo, y ‘pœna’ = pe-na.
La j en latín eclesiástico es semi-consonante, y tiene el valor de la y en español, es decir, que NO se pronuncia con el espíritu áspero al que estamos acostumbrados. Por ejemplo, cuando vemos en el misal ‘Alleluja’ o ‘Jesu’, decimos Al-le-lú-ya y -su (pero no Llésu).
La q seguida de u se pronuncia ku. La u nunca es muda como en español, por lo que al leer ‘quotidianum’ decimos kuo-ti-diá-num.
La g seguida de e o i, tiene un sonido suave, como el de nuestra ll: ‘regina’ = re-lli-na.
La g seguida de n suena como la ñ española. Así, ‘regnum’ se pronuncia re-ñum.
La h tiene 2 valores en el latín eclesiástico. Los alemanes, por ejemplo, la pronuncian como una j española muy suave; mientras que los italianos la consideran muda. Entonces ‘hodie’ = ó-die.
La c seguida de e, i, æ y œ, se pronuncia como la ch nuestra: ‘cælo’ = che-lo, y ’sanctificetur’ = sanc-ti-fi-che-tur.
Las dobles consonantes no se simplifican, sino que se pronuncia la primera y a la mitad se pronuncia la segunda: ‘dimittimus’ = di-mit-ti-mus.
[Las excepciones son: la doble c seguida de e o i, que se pronuncia c-che o c-chi: 'ecce' = ec-che; la sc seguida de e o i, que se pronuncia che: 'descendit' = de-chén-dit; y la ph y th, cuyos sonidos son, respectivamente, f y t.]
La letra t seguida por i + a, e, o, u, toma un sonido complejo: ts. Así, ‘tentationem’ se lee ten-ta-tsió-nem.

HISTORIA DEL LATÍN

El latín es la lengua que se hablaba originalmente en Roma, en aquella época se llamaba latium. Fue ganando importancia porque se convirtió en la lengua oficial del Imperio Romano. Todas las lenguas romances descienden del latín y hay muchas palabras que derivan de ella y forman parte de lenguas germánicas. Se cree que el 80% de las palabras del inglés académico descienden del latín , en muchos casos por medio del francés. 

Además, en el mundo occidental, el latín fue una lengua franca, la lengua que se estudiaba para la política o la ciencia durante siglos; esta situación no cambió hasta el siglo XVIII para el francés y finales del XIX para el inglés. El latín eclesiástico sigue siendo la lengua oficial de la Iglesia Católica Romana de estos días y por extensión es la lengua oficial de la Ciudad del Vaticano. La iglesia daba las misas en latín hasta el Segundo Concilio del Vaticano en 1960. El latín se usa todavía para crear nombres científicos, siempre teniendo en cuenta las raíces griegas.

Después del fracaso del Imperio Romano, el latín evolucionó y dio las lenguas que conocemos hoy en día. Durante mucho tiempo estas lenguas fueron orales y el latín se utilizaba para escribir. En Portugal, por ejemplo, el latín fue la lengua oficial hasta 1926 que fue cuando la reemplazaron por el portugués.

Las lenguas romances son una derivación del latín vulgar, que era la lengua de uso común, que se desarrolló, a su vez, de otra lengua clásica más antigua. El latín y el romance difieren entre otras cosas en que el romance tiene acentos distintivos y el latín tiene una duración vocálica diferente. En italiano y sardo hay una duración distintiva de consonantes y acentos, en español sólo el acento distintivo y en francés el acento ya no es distintivo. 

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