LAS GENUFLEXIONES

Las genuflexiones

Es bueno restablecer el correcto uso de las genuflexiones que no se hacen o se hacen incorrectas; por eso me permito poner estas normas que conozco desde hace 55 años, agradezco la ayuda del monaguillo Cristian en la elaboración de esta presentación.

La genuflexión es un acto de adoración a Jesús Sacramentado reservado en el Sagrario o expuesto en el altar. Para el primer caso se usa la genuflexión sencilla; para el segundo, la doble.

La genuflexión sencilla se hace doblando la rodilla derecha hasta el suelo y poniéndola lo más cerca posible del talón izquierdo mientras el cuerpo permanece erguido y las manos en el pecho, según una de cuatro posiciones posibles. El muslo izquierdo se mantiene en una posición horizontal paralela al piso.


Hay una genuflexión con la rodilla izquierda que se hace en reverencia al Papa en los casos que el protocolo lo indique.


Posiciones posibles de las manos

Los dedos cruzados. Era la posición preferida de Don Bosco fuera de ceremonias y era la que enseñaba a sus alumnos para el descanso nocturno.

Las manos juntas en posición de oración, el pulgar derecho sobre el izquierdo. Es la posición que deben tener todos los ministros que estén en el altar, mientras no estén ejecutando alguna acción con las manos.

La mano derecha envolviendo la izquierda, aunque se separen un poco del pecho.

Cruzadas ante el pecho, la derecha sobre la Izquierda.

Esta genuflexión de Cristian tiene tres errores: 1. Es con la izquierda (en la suposición de que Cristian no está ante el papa, sino ante el Sagrario). 2. La rodilla del piso está muy lejos del talón y 3. Las manos no deben ir a la rodilla no hincada, sino al pecho.

Por razones de edad o discapacidad temporal o permanente no es conveniente hacer un remedo de genuflexión que se ve ridícula. El impedido debe hacer una inclinación elegante de la cabeza en ambos casos: de genuflexión al Sagrario o al Santísimo expuesto.

Bajo ningún pretexto (impedimento físico o apresuramiento de la persona) se debe hacer un remedo como el presentado en esta foto.

Nunca es necesaria la Señal de la Cruz al hacer la genuflexión, además de ser inelegante se expone el genuflectante a perder el equilibrio con lo que pasaría de la inelegancia a la ridiculez. Y ya que estamos en Señal de la Cruz, tampoco es necesaria después de comulgar: al llevar a Jesús dentro de nosotros, ¿qué más bendición necesitamos? Otros tienen también la innecesaria costumbre de dar las gracias de la comunión de rodillas ante el Sagrario. Después de la Comunión, el Sagrario somos nosotros y podemos dar las gracias en cualquier lugar del templo.

La genuflexión doble como, como ya se dijo, para la adoración al Santísimo expuesto. La inclinación de la cabeza debe ser un poco más profunda que la mostrada en la foto.

Foto adicional. La posición de las manos cuando se está sentado durante la ceremonia: los dedos juntos y las manos descansando sobre el muslo respectivo.


Los monaguillos

Es necesario controlar que los monaguillos no salgan al presbiterio mascando chicles, desde las bancas se alcanza a ver cómo rumian esos niños.

La presentación de los niños de tenis no es adecuada para ministros extraordinarios del acolitado.

Presentación de los servidores del altar



Si la buena presentación de los niños que hacen de monaguillos es importante también lo es la de los adultos que sirven en el altar. No cuadra la combinación de tenis con alba.

Arrodillarse en misa

La genuflexión en la eucaristía

Empecemos con la normativa actual, de la Ordenación General del Misal Romano, de su número 43:
Genuflectant vero, nisi valetudinis causa, vel ob angustiam loci vel frequentiorem numerum adstantium aliasve rationabiles causas impediantur, ad consecrationem. Hi vero qui non genuflectunt ad consecrationem, inclinationem profundam peragant dum sacerdos genuflectit post consecrationem.

[Por otra parte, estarán de rodillas, a no ser por causa de salud, por la estrechez del lugar, por el gran número de asistentes o que otras causas razonables lo impidan, durante la consagración. Pero los que no se arrodillen para la consagración, que hagan inclinación profunda mientras el sacerdote hace la genuflexión después de la consagración].
Está claro. Para evitar errores hay que señalar que la frase final, que habla de «los que no se arrodillen para la consagración», se refiere a los que anteriormente han sido incluidos en el grupo de los enfermos (no se arrodillan por causa de salud), o de los que se hallan en una situación de estrechez de lugar, bien por que el lugar sea estrechoper se, bien porque tal estrechez sea causada por una gran concurrencia de asistentes. Pero nunca se considera que «los que no se arrodillen durante la consagración» sean aquellos que lo decidan por sí mismos sin otro criterio. Es decir, la genuflexión no es opcional: si tengo salud y sitio suficiente debo arrodillarme. Los pertenecientes a tal o cual grupo eclesial que deciden no arrodillarse por el mero motivo de la pertenencia a dicho grupo, cometen un error de criterio. Dicho de otro modo: un grupo parroquial, por poner un ejemplo, no puede decidir en consenso que la causa razonable para no arrodillarse durante la consagración es dicho acuerdo previo grupal. Así pues, la inclinación profunda corresponde a quienes por salud o falta de espacio (o por otra causa razonable) no puedan arrodillarse durante la consagración, y tal causa razonable no incluye el hecho del consenso grupal (con una excusa del tipo: "Es que los que pertenecemos al grupo o comunidad 'X' no hacemos tal genuflexión"). Dicho consenso puede ser fruto, en ocasiones,  de una (inadecuada) 'catequesis'.


Además hay quien dice, a pesar de lo que afirma la Ordenación General del Misal Romano, según hemos visto, que no ha de hacerse genuflexión durante la consagración en  la celebración eucarística del domingo porque este día no es propio hacer ningún gesto penitencial. Bueno. Recordemos que la genuflexión, aquí, tiene un carácter marcadamente latréutico, es decir, de adoración. Los tres significados de este gesto corporal nunca deben ser olvidados: penitencial, latréutico y epiclético. De modo que la excusa de 'no me arrodillo en domingo porque yo en la misa del domingo, durante la consagración, no hago penitencia' no vale. En la consagración la genuflexión es un acto fundamental de adoración, como el propio Ratzinger afirma en la cita que indicamos a continuación.

Notas
[1] El canon final del concilio de Nicea, sí, lo conocemos. Y alguna que otra afirmación de Tertuliano...
[2] «En la liturgia de la Iglesia la postratio [genuflexión] aparece hoy en día en dos ocasiones: en el viernes santo, y en la consagración. [...] La adoración es uno de los actos fundamentales que afectan al ser humano en su totalidad. Por eso, doblar las rodillas en la presencia de Dios es algo irrenunciable. [...] Una fe o una liturgia que no conociese el acto de arrodillarse estaría enferma en un punto central», Joseph Ratzinger, El espíritu de la liturgia.

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