LAS GENUFLEXIONES

Las genuflexiones

Es bueno restablecer el correcto uso de las genuflexiones que no se hacen o se hacen incorrectas; por eso me permito poner estas normas que conozco desde hace 55 años, agradezco la ayuda del monaguillo Cristian en la elaboración de esta presentación.

La genuflexión es un acto de adoración a Jesús Sacramentado reservado en el Sagrario o expuesto en el altar. Para el primer caso se usa la genuflexión sencilla; para el segundo, la doble.

La genuflexión sencilla se hace doblando la rodilla derecha hasta el suelo y poniéndola lo más cerca posible del talón izquierdo mientras el cuerpo permanece erguido y las manos en el pecho, según una de cuatro posiciones posibles. El muslo izquierdo se mantiene en una posición horizontal paralela al piso.


Hay una genuflexión con la rodilla izquierda que se hace en reverencia al Papa en los casos que el protocolo lo indique.


Posiciones posibles de las manos

Los dedos cruzados. Era la posición preferida de Don Bosco fuera de ceremonias y era la que enseñaba a sus alumnos para el descanso nocturno.

Las manos juntas en posición de oración, el pulgar derecho sobre el izquierdo. Es la posición que deben tener todos los ministros que estén en el altar, mientras no estén ejecutando alguna acción con las manos.

La mano derecha envolviendo la izquierda, aunque se separen un poco del pecho.

Cruzadas ante el pecho, la derecha sobre la Izquierda.

Esta genuflexión de Cristian tiene tres errores: 1. Es con la izquierda (en la suposición de que Cristian no está ante el papa, sino ante el Sagrario). 2. La rodilla del piso está muy lejos del talón y 3. Las manos no deben ir a la rodilla no hincada, sino al pecho.

Por razones de edad o discapacidad temporal o permanente no es conveniente hacer un remedo de genuflexión que se ve ridícula. El impedido debe hacer una inclinación elegante de la cabeza en ambos casos: de genuflexión al Sagrario o al Santísimo expuesto.

Bajo ningún pretexto (impedimento físico o apresuramiento de la persona) se debe hacer un remedo como el presentado en esta foto.

Nunca es necesaria la Señal de la Cruz al hacer la genuflexión, además de ser inelegante se expone el genuflectante a perder el equilibrio con lo que pasaría de la inelegancia a la ridiculez. Y ya que estamos en Señal de la Cruz, tampoco es necesaria después de comulgar: al llevar a Jesús dentro de nosotros, ¿qué más bendición necesitamos? Otros tienen también la innecesaria costumbre de dar las gracias de la comunión de rodillas ante el Sagrario. Después de la Comunión, el Sagrario somos nosotros y podemos dar las gracias en cualquier lugar del templo.

La genuflexión doble como, como ya se dijo, para la adoración al Santísimo expuesto. La inclinación de la cabeza debe ser un poco más profunda que la mostrada en la foto.

Foto adicional. La posición de las manos cuando se está sentado durante la ceremonia: los dedos juntos y las manos descansando sobre el muslo respectivo.


Los monaguillos

Es necesario controlar que los monaguillos no salgan al presbiterio mascando chicles, desde las bancas se alcanza a ver cómo rumian esos niños.

La presentación de los niños de tenis no es adecuada para ministros extraordinarios del acolitado.

Presentación de los servidores del altar



Si la buena presentación de los niños que hacen de monaguillos es importante también lo es la de los adultos que sirven en el altar. No cuadra la combinación de tenis con alba.

Arrodillarse en misa

La genuflexión en la eucaristía

Empecemos con la normativa actual, de la Ordenación General del Misal Romano, de su número 43:
Genuflectant vero, nisi valetudinis causa, vel ob angustiam loci vel frequentiorem numerum adstantium aliasve rationabiles causas impediantur, ad consecrationem. Hi vero qui non genuflectunt ad consecrationem, inclinationem profundam peragant dum sacerdos genuflectit post consecrationem.

[Por otra parte, estarán de rodillas, a no ser por causa de salud, por la estrechez del lugar, por el gran número de asistentes o que otras causas razonables lo impidan, durante la consagración. Pero los que no se arrodillen para la consagración, que hagan inclinación profunda mientras el sacerdote hace la genuflexión después de la consagración].
Está claro. Para evitar errores hay que señalar que la frase final, que habla de «los que no se arrodillen para la consagración», se refiere a los que anteriormente han sido incluidos en el grupo de los enfermos (no se arrodillan por causa de salud), o de los que se hallan en una situación de estrechez de lugar, bien por que el lugar sea estrechoper se, bien porque tal estrechez sea causada por una gran concurrencia de asistentes. Pero nunca se considera que «los que no se arrodillen durante la consagración» sean aquellos que lo decidan por sí mismos sin otro criterio. Es decir, la genuflexión no es opcional: si tengo salud y sitio suficiente debo arrodillarme. Los pertenecientes a tal o cual grupo eclesial que deciden no arrodillarse por el mero motivo de la pertenencia a dicho grupo, cometen un error de criterio. Dicho de otro modo: un grupo parroquial, por poner un ejemplo, no puede decidir en consenso que la causa razonable para no arrodillarse durante la consagración es dicho acuerdo previo grupal. Así pues, la inclinación profunda corresponde a quienes por salud o falta de espacio (o por otra causa razonable) no puedan arrodillarse durante la consagración, y tal causa razonable no incluye el hecho del consenso grupal (con una excusa del tipo: "Es que los que pertenecemos al grupo o comunidad 'X' no hacemos tal genuflexión"). Dicho consenso puede ser fruto, en ocasiones,  de una (inadecuada) 'catequesis'.


Además hay quien dice, a pesar de lo que afirma la Ordenación General del Misal Romano, según hemos visto, que no ha de hacerse genuflexión durante la consagración en  la celebración eucarística del domingo porque este día no es propio hacer ningún gesto penitencial. Bueno. Recordemos que la genuflexión, aquí, tiene un carácter marcadamente latréutico, es decir, de adoración. Los tres significados de este gesto corporal nunca deben ser olvidados: penitencial, latréutico y epiclético. De modo que la excusa de 'no me arrodillo en domingo porque yo en la misa del domingo, durante la consagración, no hago penitencia' no vale. En la consagración la genuflexión es un acto fundamental de adoración, como el propio Ratzinger afirma en la cita que indicamos a continuación.

Notas
[1] El canon final del concilio de Nicea, sí, lo conocemos. Y alguna que otra afirmación de Tertuliano...
[2] «En la liturgia de la Iglesia la postratio [genuflexión] aparece hoy en día en dos ocasiones: en el viernes santo, y en la consagración. [...] La adoración es uno de los actos fundamentales que afectan al ser humano en su totalidad. Por eso, doblar las rodillas en la presencia de Dios es algo irrenunciable. [...] Una fe o una liturgia que no conociese el acto de arrodillarse estaría enferma en un punto central», Joseph Ratzinger, El espíritu de la liturgia.

CRUZ PECTORAL

CRUZ PECTORAL


Pectoral sencilla
Se usa con el hábito piano

La cruz pectoral o pectoral es una insignia litúrgica menor que llevan el Papa, los obispos, abades y otros prelados colgando del cuello, como signo de dignidad.

Hay dos tipos de cruces pectorales, la sencilla y la pontifical.

    • Cruz Pectoral Sencilla 

    Es la que usan habitualmente con el hábito piano o con el clerigman, y está sujetada por medio de una cadena.

    Cuando la cadena del pectoral es muy larga, la cruz es sujetada con un gancho en su parte superior, con el propósito de que quede a la altura del pecho, ya que hay que tener presente que es una cruz pectoral, no una cruz ventral. 

    • Cruz Pectoral Pontifical 

    La emplean en ceremonias solemnes, se usa con el hábito coral y se sujeta con un cordón al que se le llama crucicordio.

    Suele ser adornada, a veces con joyas, o contienen en su interior reliquias de los santos o de la vera cruz.

Pectoral Pontifical
en hábito Coral
Se sujeta con un cordón, que en realidad se trata de dos cordones, que se unen por tres anillos y por una borla: un anillo se encuentra cerca del gancho que sostiene la cruz; un segundo se encuentra por debajo del cuello; y el tercero va en la nuca. Por la parte posterior del cordón cuelga una borla.

Los colores del crucicornio varían según la dignidad del que la lleva: para el Papa es solo dorado, para los cardenales es un entretejido de rojo con dorado, y para los arzobispos y obispos es verde con dorado.



El uso del pectoral sobre la muceta, que hasta inicios del siglo XX era considerado aberrante por los cultores antiquitatum, ahora es preceptivo. Hasta el papa se la pone.


Cardenales observantísimos como Rampolla y Merry del Val sólo lo usaban cuando iban camino de un pontifical, como manda el Ceremonial de Obispos.


Y aún hoy el uso del pectoral sobre la capa magna es, estrictamente hablando, una corruptela que acabó por imponerse. Aunque se saltasen por la torera las prescripciones tantos obispos americanos, alemanes, españoles y franceses.


HISTORIA


El origen de la Cruz Pectoral debemos encontrarlo en los enkolpía (de “enkolpos” seno, pecho…) especie de medallas que los antiguos cristianos llevan en el pecho o en el cuello. 

Su uso se encuentra documentado ya desde el siglo IV. Eran generalmente sutiles láminas de metal o pequeñas cajitas, a menudo en forma de cruz, que contenían reliquias de mártires o cosas santas, sentencias del Evangelio, invocaciones a Dios o astillitas de la Vera Cruz. 

Esta piadosa costumbre la encontramos viva y en uso en la Edad Media, especialmente por los obispos. Llevaban esas medallas San Gregorio de Tours, San Gregorio Magno, San Aidano, San Rotadio de Soissons, San Élfego de Canterbury, etc.

La cruz pectoral como ornamento litúrgico del Papa es mencionada por vez primera por Inocencio III que, observa, la llevaba sobre el pecho. A su tiempo era ya usada por los obispos, aunque no de manera obligatoria, ya que un Pontifical del siglo XII enumerando los ornamentos, dice de ésta: “Crux pectoralis, si quis ea uti velit”.

En tiempos de Inocencio III (1198-1216) aparece el pectoral-relicario como insignia litúrgica del Papa; y es este mismo Pontífice, siguiendo el clásico paralelismo de la época, el que lo relaciona con la lámina de oro que llevaba el Sumo Socerdote de Israel en la frente: en la Nueva Ley, la Ley del Amor, el Pontífice lleva el pectoral sobre el corazón. En este siglo XII el uso del pectoral es prácticamente general entre los obispos, si bien no está prescrito y, de hecho, no aparece en la consagración de obispos de los libros pontificales, sino como facultativo.

El derecho de los abades al pectoral es más tardío y se extendió lentamente junto con el derecho a las otras insignias; las abadesas bendecidas recibieron, posteriormente, el mismo derecho. El uso actual de obispos y abades tiende a la sencillez; aunque sigue en vigor la prescripción de la reliquia que debe contener, en ocasiones se omite lamentablemente la cavidad correspondiente; se confeccionan incluso de maderas preciosas. 

No está prescrita la bendición del pectoral, sin embargo, su simbolismo es claro como insignia llevada por un representante del Señor Crucificado. Además existe una oración que dice el prelado al ponérselo: en ella pide la defensa del signo de la cruz contra los enemigos y el tener presente los ejemplos de los mártires y santos cuyas reliquias el pectoral contiene.

Actualmente el obispo puede llevarla siempre y en todo lugar, mientras que los prelados inferiores, que han obtenido el privilegio, sólo pueden hacerlo durante las funciones sagradas. 

Algunos metropolitanos, como el patriarca de Lisboa o el arzobispo de Armagh, primado de Irlanda, la usan con dos barras transversales, según el modelo de la cruz de Lorena (cruz patriarcal).

El origen de la misma se halla en la cruz patriarcal ortodoxa utilizada en el Imperio bizantino, la cual comenzaría a formar parte de muchos escudos heráldicos europeos a partir del siglo XII.


FOTOS




Pectoral con reliquias



Crucicornio de un cardenal
El Papa con Pectoral Pontifical 
con crucicornio dorado
y Hábito coral
Crucicordio de un Obispo
Verde con dorado

EL TRAJE ECLESIÁSTICO


Los ministros y consagrados de la Iglesia se deben distinguir además de su comportamiento por su forma de vestir.

Los clérigos, como hombres de Dios y dispensadores de sus misterios, han de ser reconocibles a los ojos de los fieles, también por el vestido que llevan, como signo inequívoco de su dedicación y de la identidad de quien desempeña un ministerio público; por eso, deben vestir un traje eclesiástico digno (se hace referencia al traje que visten los sacerdotes, no a los ornamentos litúrgicos).

El canon 284 del código de derecho canónico así lo obliga.

La obligación del traje eclesiástico debe ser reconocible sobre todo, por su comportamiento, pero también por un modo de vestir, que ponga de manifiesto de modo inmediatamente perceptible por todo fiel—más aún, por todo hombre, su identidad y su pertenencia a Dios y a la Iglesia.

Exceptuando las situaciones del todo excepcionales, el no usar el traje eclesiástico por parte del clérigo puede manifestar un escaso sentido de la propia identidad de pastor, enteramente dedicado al servicio de la Iglesia.

El traje, cuando es distinto del talar –sotana–, debe ser diverso de la manera de vestir de los laicos y conforme a la dignidad y sacralidad de su ministerio. 

El presbítero y el diácono que se prepara al sacerdocio han de llevar el hábito talar –la sotana– o un traje que debe ser diverso de la manera de vestir de los laicos, y conforme a la dignidad y el carácter sagrado de su ministerio; la forma y el color han de ser establecidos por la conferencia episcopal, de acuerdo con las disposiciones de derecho universal. Las praxis contrarias no se pueden considerar legítimas costumbres y deben ser removidas por la autoridad competente; esta previsión se entiende en la prohibición más general de que el clérigo se abstenga por completo de todo lo que desdiga de su estado.


La prescripción del traje eclesiástico no obliga a los diáconos permanentes, a no ser que el derecho particular establezca otra cosa.

CREA IDENTIDAD

Exceptuando las situaciones del todo excepcionales, el no usar el traje eclesiástico por parte del clérigo puede manifestar un escaso sentido de la propia identidad de pastor, enteramente dedicado al servicio de la Iglesia. Además, el hábito talar –también en la forma, el color y la dignidad– distingue claramente a los sacerdotes de los laicos y da a entender mejor el carácter sagrado de su ministerio. Vestir el hábito clerical sirve asimismo como salvaguardia de la pobreza y la castidad.


Respecto a los religiosos –para los que el uso del hábito tiene otra motivación y finalidad, en parte diversas de la identidad del clérigo secular–, deben llevar el hábito de su instituto, de acuerdo con la norma del derecho propio, como signo de su consagración y testimonio de pobreza. Los religiosos clérigos de un instituto que no tengan hábito propio, usarán el traje clerical conforme a la norma general.

"El hábito eclesiástico es un signo de consagración, recuerda al mundo la existencia de Dios, edifica a los  creyentes que entran en presencia de Dios notar a los ministros sagrados en la calle y supone una mortificación en tiempo caluroso.

Bajo el traje talar el clérigo viste como el común de los hombres, pero revestido con su traje talar, su naturaleza humana queda cubierta por la consagración.

El que viste su hábito eclesiástico es como si dijera: el lote de mi heredad es el Señor, también es signo de pobreza, evita pensar en las modas del mundo, es una manifestación de que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y siempre."

CLASES DE INDUMENTARIA

Existen dos tipos de indumentaria para los  ministros de la Iglesia: Las que se deben vestir dentro de los oficios litúrgicos en caso de que no celebren ni concelebren y las que que se utilizan en la vida ordinaria. 

Hay que tener en cuenta que los ministros ofician un acto litúrgico, se revisten para ejercer su ministerio con las vestiduras sagradas, que es como hay que llamarlas y reservar el nombre de ornamentos para los elementos que adornan el altar y el presbiterio. 

En consecuencia existen tres tipos de vestimentas para los clérigos y consagrados:

Hábito Piano: Traje para el uso ordinario
Hábito Coral: Traje para dentro de un oficio litúrgico.


HÁBITO PIANO

Es la vestimenta civil o de calle de los clérigos. Es llamado piano por haber sido el papa Pío IX quien hizo obligatorio su uso en 1851 tras volver del destierro de Gaeta. 

Se emplea en todas aquellas ocasiones que no suponen una celebración litúrgica como las visitas pastorales, actos oficiales del estado, banquetes, audiencias, recepciones, cenas, conciertos, etcétera, y según las convenciones de protocolo del lugar. 

COLORES

La sotana y su esclavina que compone el hábito piano es negra, salvo el Papa que emplea el color blanco.

Los Cardenales, Obispos, prelados o capellanes de Su Santidad, Presbíteros, Diáconos y seminaristas, se distinguen por el color que acorde a su condición eclesial es señalado para su fajín, botonadura, ribetes y bocamangas, así como por el de su y solideo y el forro de su esclavina:

Blanca: para el Papa;
Rojo escarlata: para los cardenales;
Morado Purpura: para los Arzobispos y Obispos;
Morado: para los prelados y capellanes de su santidad;
Negro: para los presbíteros y diáconos;
Azul:  Solo en su fajín, para los seminaristas.

En el caso del Papa, toda su vestimenta es blanca.


En zonas tropicales y ecuatoriales donde hay mayor calor, como ocurre en algunos países de Hispanoamérica, gran parte de África y La India, las sotanas para el clero, incluyendo las de obispos y cardenales son blancas, con los mismos detalles que la negra tradicional.

Para los eclesiásticos que pertenece a alguna orden religiosa que tiene su propio hábito (benedictinos, franciscanos, dominicos, etcétera), éste se usa en lugar de la sotana y con las adiciones propias del traje piano.

Hábito piano pontificio


El Santo Padre utiliza como hábito piano, Sotana, esclavina, fajin, botones y solideo de color blanco, además de pectoral con cadena y anillo.

Igualmente suele usar zapato rojo.

El Fajin termina con su escudo pontificio y con flecos dorados.

También puede usar sombrero saturno de color rojo.












Hábito piano episcopal


El traje de calle o piano de los obispos consta de sotana de color negro, adornada con un cordoncillo en los bordes, ribetes, costuras y ojales de seda color rubí. 

Encima de ésta emplean esclavina ribeteada con un cordoncillo rubí.

También deben de usar una faja de seda color morado con flecos.

Deben de llevar asimismo una cruz pectoral sencilla colgada de una cadena, anillo pastoral y un solideo color morado.


Se llama cruz pectoral o pectoral la cruz que llevan el Papa, los obisposabades y otros prelados colgando del cuello, como signo de dignidad.

Cuando la cadena es muy larga, cuelgan la cruz con un gancho de la parte superior, con el objeto de que quede en el pecho. Es una cruz pectoral, no una cruz ventral.

Hay dos tipos de cruces pectorales, la sencilla y la pontifical
  • La sencilla es la que usan habitualmente, sujeta de una cadena. 
  • La pontifical la usan en ceremonias solemnes. Suele ser adornada, a veces con joyas, y se sujeta con un cordón. El color de este cordón varía según la dignidad del que la lleva: para el Papa es dorado, para los cardenales es rojo con dorado, y para los arzobispos y obispos es verde con dorado.


HÁBITO CORAL 

Del Papa

El uso de la estola con el hábito coral del Papa

Por regla general, los papas visten el hábito coral en las celebraciones litúrgicas. 

Pero también es costumbre que lo vista en las audiencias de las visitas de jefes de estado o en la presentación de credenciales por los embajadores, que tienen rango de visita de estado. 

En las visitas oficiales o de cortesía, el papa no usa el hábito coral.

Ahora bien, hay que señalar que en las visitas de estado los papas usan la estola cuando el jefe de estado o el embajador es católico; mientras que si no lo es, no lleva la estola (solo el fajín con borlas, el roquete y la muceta).

Hábito coral con muceta blanca y estola
Hábito coral con muceta blanca
Sin estola


Hábito Prelaticio 




VOCABULARIO 

Para calcular su antigüedad en el vocabulario español, en cada palabra se ha procurado poner la fecha más remota en que está documentada, así como la fecha de su registro en el diccionario académico. Cuando solo se menciona la primera, se entiende que la Academia ya la recogió en su primer diccionario, el de Autoridades.
VESTIDOS ECLESIALES
Agnusdéi ‘relicario que especialmente las mujeres llevaban al cuello’. Del latín Agnus Dei ‘Cordero de Dios’. Documentado por primera vez en Lope. Se usó también la abreviación agnus, documentada en 1605.
Alzacuello ‘tira suelta de tela endurecida o de material rígido que se ciñe al cuello, propia del traje eclesiástico’. Calco del francés hausse-col y este del neerlandés halskote ‘ropa de cuello’. Ya en el Diccionario de Autoridades (1726). El eclesiástico deriva del usado anteriormente por hombres y mujeres.
Argayo ‘prenda de abrigo de paño burdo que los religiosos de Santo Domingo solían ponerse sobre el hábito’. Documentado en marqués de Santillana (†1458).
Arillo ‘aro de madera, de tres a cuatro centímetros de ancho, que sirve para armar los alzacuellos de los eclesiásticos’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1726.
Babero ‘trozo de lienzo que, a manera de peto, usan ciertas órdenes religiosas’. Acepción registrada en el DRAE en 1970.
Balandrán ‘vestidura talar ancha y con esclavina que suelen usar los eclesiásticos’. Del provenzal balandran, derivado de balandrà ‘balancear’. Documentado en la primera mitad del siglo XV. La Enciclopedia Espasa-Calpe (1910) explica que «empezó a usarse en el siglo XIII, y modernamente ha sido sustituido por la greca o la douillette francesa e italiana. En los siglos XVI y XVII se usó entre los que no eran eclesiásticos una especie de ropón sin mangas, con aberturas para sacar los brazos y cerrado por delante con botones, llamado balandrán. La regla de San Benito prohibió a los miembros de su orden en 1226 usar el ropón o capa laica llamada balandrana et super totum». Por su parte, Sousa lo define como «traje de encima al uso en la segunda mitad del siglo XV, común para hombres y mujeres, largo y amplio, abierto de arriba abajo, de corte sencillo y austero, aunque una variante lo ofrecía confeccionado con costosos materiales y pieles.»
Beca ‘vestido que bajaba de la cabeza hasta las espaldas, llevado por ciertos clérigos’. Acepción documentada en 1475 y recogida en el Diccionario de Autoridades de 1726, pero como voz ya en desuso.
Cáliga ‘cada una de las polainas que usaron los monjes en la Edad Media y posteriormente los obispos’. Del latín calĭga. Documentado en Lope. En el DRAE desde 1925.
Chía ‘parte de una vestidura llamada beca, hecha de paño fino, con una rosca que se ponía en la cabeza, de la cual bajaban dos faldones, que caían uno hasta el cuello, y el otro, que propiamente era la chía, hasta la mitad de las espaldas; era este adorno insignia de nobleza y autoridad’. Documentado en Ant. Agustín (†1586).
Cilicio ‘saco o vestidura áspera que se usaba antiguamente para la penitencia’. Del latín cilicĭum. Documentado celicio en Berceo, cilicio en primera mitad del siglo XV (Cancionero de Baena).
Collarín ‘alzacuello de los eclesiásticos’. En el DRAE desde 1780.
Cordón ‘cuerda con que se ciñen el hábito los religiosos de algunas órdenes’. Del francés cordon. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1729, documentándolo en una pragmática de 1680.
Cuello ‘alzacuello (del traje eclesiástico)’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1729.
Ensayalar ‘vestirse o cubrirse de sayal’. Documentado en 1505 (Alcalá). En el DRAE desde 1803.
Escapulario ‘tira o pedazo de tela con una abertura por donde se mete la cabeza, y que cuelga sobre el pecho y la espalda; sirve de distintivo a varias órdenes religiosas’, ‘objeto devoto formado por dos pedazos pequeños de tela unidos con dos cintas largas para echarlo al cuello’. Documentado en Berceo.
Esclavina ‘cuello postizo y suelto, con un volante de tela de seis u ocho dedos de ancho pegado alrededor, usado por los eclesiásticos’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1732.
Estadal ‘cinta bendecida en algún santuario, que se suele poner al cuello’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1732, documentándolo en Góngora.
Faja ‘insignia propia de algunos cargos militares, civiles o eclesiásticos, consistente en una tira de tela que se pone alrededor de la cintura’. En el DRAE de 1852, referida a la usada solo por los generales, pero a partir de la edición de 1884 se registra ya la acepción actual.
Gollete ‘cuello que llevan los donados en sus hábitos’. Del francés goulet ‘paso estrecho’. En el DRAE desde 1803.
Gorjal ‘parte de la vestidura del sacerdote, que circunda y rodea el cuello’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1734, documentándolo en 1572-1585 (Fray Luis de León, De los nombres de Cristo).
Hábito ‘vestido o traje que cada persona usa según su estado, ministerio o nación, y especialmente el que usan los religiosos y religiosas’. Documentado en Berceo como ‘vestido’.
Hábito de penitencia‘el que por un delito o pecado público imponía o mandaba llevar por algún tiempo quien tenía potestad para ello’, ‘vestido usado por mortificación del cuerpo, o como señal de humildad o devoción’. En el DRAE desde 1817.
Hábitos ‘vestido talar propio de los eclesiásticos y que usaban los estudiantes, compuesto ordinariamente de sotana y manteo’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1734, documentándolo en Cervantes.
Loba ‘sotana (vestidura talar)’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1734, documentándola en una pragmática de 1680.
Manteo ‘capa larga con cuello, que llevan los eclesiásticos sobre la sotana y en otro tiempo usaron los estudiantes’. Del francés manteau. Documentado en Agustín de Salazar (†1675).
Monjil ‘hábito o túnica de monja’. Documentado mongil en 1495 (Nebrija).
SOMBREROS
Birreta ‘bonete cuadrangular usado por los clérigos, que suele tener en la parte superior una borla del mismo color de la tela; esta es roja para los cardenales, morada para los obispos y negra para los demás’. Del francés birrete. Documentado en un inventario aragonés de 1397.
Birrete ‘birreta’. Del provenzal antiguo birret, diminutivo del latín tardío birrus ‘capote con capucho’. Documentado en 1438.
Bonete ‘especie de gorra, comúnmente de cuatro picos, usada por los eclesiásticos y seminaristas, y antiguamente por los colegiales y graduados’. Del francés bonnet y este del bajo latín abonnis. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1726.
Canalón ‘sombrero de canal’. En el DRAE desde 1925 con el significado de ‘sombrero de teja’.
Canoa ‘sombrero de canoa’. En el DRAE desde 1852.
Capelo ‘sombrero rojo, insignia de los cardenales’. Del italiano capello. Documentado en 1495 (Nebrija).
Desbonetarse ‘quitarse el bonete de la cabeza’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1732.
Solideo o zucchetto: ‘casquete de seda u otra tela ligera, que usan los eclesiásticos para cubrirse la coronilla’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1739, documentándolo en 1695 (Frutos Bartolomé de Olalla).
Sombrero de canal‘sombrero usado por los eclesiásticos, que tiene levantadas y abarquilladas las dos mitades laterales de su ala en forma de teja’. En el DRAE desde 1852.
Sombrero de canoa‘sombrero de canal’. En el DRAE desde 1852.
Sombrero de teja‘sombrero de canal’. En el DRAE desde 1852.
Teja ‘sombrero de canal’. En el DRAE desde 1914.
Toca ‘prenda de lienzo que, ceñida al rostro, usan las monjas para cubrir la cabeza, y la llevaban antes las viudas y algunas veces las mujeres casadas’. En el DRAE desde 1884.
LITÚRGICA
Alba ‘vestidura o túnica de lienzo blanco que los sacerdotes, diáconos y subdiáconos se ponen sobre el hábito y el amito para celebrar los oficios divinos’. Documentada en Berceo. Con mangas y realizada en lino, según Sousa (2007).
Amito ‘lienzo fino, cuadrado y con una cruz en medio, que el preste, el diácono y el subdiácono se ponen sobre la espalda y los hombros para celebrar algunos oficios divinos’. Documentado en Berceo. Es descendiente del anagolai usado por el ordo romanus, pero sobre todo del amictus con que se adornaban los sacerdotes y otros personajes oficiales, según Virgilio.
Capa consistorial‘capa magna’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1729.
Capa de coro‘capa que usan algunos eclesiásticos para asistir en el coro a determinadas celebraciones litúrgicas y actos religiosos’. Documentada en 1607 (Oudin). Registrada ya en el Diccionario de Autoridades de 1729: capa de choro.
Capa magna‘capa que se ponían los obispos para asistir a algunas celebraciones litúrgicas y actos capitulares’. En el DRAE desde 1780.
Capa pluvial‘la que se ponen los ministros ordenados de la Iglesia, es decir, obispos, presbíteros y diáconos, en algunos actos litúrgicos’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1729, que dice también llamarse capa de coro.
Casulla ‘vestidura que se pone el sacerdote sobre las demás para celebrar la misa, consistente en una pieza alargada, con una abertura en el centro para pasar la cabeza’. Del latín casubla ‘capa con capucha’. Documentado en 896. En latín casŭlacon dicho significado se halla desde hacia 400 d. C. (San Agustín), según Corominas. Casubla deriva de casa‘choza’, porque protegía el cuerpo como una choza. En España, el latín casubla se convirtió en casulla por influjo de cuculla ‘capa provista de capucho’.
Cauda ‘falda o cola de la capa magna o consistorial’. Del latín cauda ‘cola’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1729 como término puramente latino.
Cendal ‘velo humeral’. Del provenzal sendal y este del latín sindon, -ōnis, con cambio de sufijo. En el DRAE desde 1884.
Cenefa‘en las casullas, lista de en medio, la cual suele ser de tela o color diferente de la de los lados’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1729.
Cíngulo ‘cordón o cinta de seda o de lino, con una borla en cada extremo, que sirve para ceñirse el sacerdote el alba’. Del latín cingŭlum, de cingĕre ‘ceñir’. Documentado hacia 1490. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1729.
Cogulla ‘hábito o ropa exterior que visten varios religiosos monacales’. Documentado en Berceo.
Dalmática ‘vestidura sagrada que se pone encima del alba, cubre el cuerpo por delante y detrás, y lleva para tapar los brazos una especie de mangas anchas y abiertas’. Del latín tardío dalmatĭca. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1732, documentándolo en 1565 (Illescas).
Efod ‘vestidura de lino fino, corta y sin mangas, más o menos lujosa, que se ponen los sacerdotes del judaísmo sobre todas las otras y les cubre especialmente las espaldas’. Del hebreo ēfōd. Documentado en 1611 (Covarrubias). En el DRAE desde 1869.
Estola ‘ornamento sagrado que consiste en una banda de tela de dos metros aproximadamente de largo y unos siete centímetros de ancho, con tres cruces, una en el medio y otra en cada extremo, los cuales se ensanchan gradualmente hasta medir en los bordes doce centímetros’. Del latín stola y este del griego στολή ‘vestido’. Documentado en 1611 (Covarrubias).
Estolón ‘estola muy grande que usa el diácono en las misas de los días feriados de Cuaresma, y la viste solo cuando se quita la dalmática y se queda con el alba’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1732, documentándolo en 1684 (Fco. Olivares Murillo, Traducción memorias de los monarcas otomanos).
Filacteria ‘cada una de las dos pequeñas envolturas de cuero que contienen tiras de pergamino con ciertos pasajes de la Escritura, y que los judíos, durante ciertos rezos, llevan atadas, una al brazo izquierdo, y otra a la frente’. Documentado phylacteria en 1721 (Bluteau). En el DRAE desde 1803.
Ínfula Ínfulas ‘adorno de lana blanca, a manera de venda, con dos tiras caídas a los lados, con que se ceñían la cabeza los sacerdotes de los gentiles y los suplicantes, y que se ponía sobre las de las víctimas; lo usaban también en la antigüedad algunos reyes’. Documentado en el siglo XVI.
Kipá ‘casquete redondo, semejante al solideo, usado por los judíos practicantes, especialmente en los actos religiosos’. Del francés kippa, voz de origen hebreo. En el DRAE después de 1992.
Manípulo ‘ornamento sagrado de la misma hechura de la estola, pero más corto, que por medio de un fiador se sujetaba al antebrazo izquierdo sobre la manga del alba’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1734, documentándolo en 1569 (Gonzalo de Illescas). «Pieza rectangular estrecha de tela llevada sobre el brazo izquierdo usada por obispos, presbíteros, diáconos y subdiáconos en la celebración de la misa. Su utilidad era para secarse el sudor o las manos, pero más adelante, por su rica factura, se destinó a una función ornamental. Actualmente no se usa en la liturgia» (Sousa, 2007).
Mantelete ‘vestidura con dos aberturas para sacar los brazos, que llevan los obispos y prelados encima del roquete, y llega un palmo más abajo de las rodillas’. Documentado en 1611 (Covarrubias).
Mitra ‘toca alta y apuntada con que en las grandes solemnidades se cubren la cabeza los arzobispos, obispos y algunas otras personas eclesiásticas que tienen este privilegio’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1734, documentándolo en Ambrosio de Morales (†1591).
Orario ‘algunas piezas de vestido litúrgico’, ‘estola grande y preciosa que usa el Papa’. Documentado en 1787 (Terreros y Pando). En el DRAE desde 1803.
Paño de hombros‘velo humeral’. En el DRAE desde 1884.
Paramentos sacerdotales‘vestiduras y demás adornos que usan los sacerdotes para celebrar misa y otros divinos oficios’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1737.
Planeta ‘especie de casulla con la hoja de delante más corta que las ordinarias’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1737, documentándolo en 1695 (Frutos Bartolomé de Olalla).
Revestir ‘dicho especialmente del sacerdote cuando sale a decir misa y se pone sobre el vestido los ornamentos: vestir una ropa sobre otra’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1737.
Taled ‘pieza de lana con que se cubren la cabeza y el cuello los judíos en sus ceremonias religiosas’. Documentado en 1788 (Terreros y Pando). En el DRAE desde 1884.
Terno ‘vestuario exterior del terno eclesiástico, el cual consta de casulla y capa pluvial para el oficiante y de dalmáticas para sus dos ministros’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1739.
Tiara ‘gorro alto, a veces ricamente adornado, que simbolizaba la realeza en el antiguo Egipto y otras monarquías orientales’, ‘triple corona que usaba el Papa como símbolo de su autoridad como papa, obispo y rey’. Documentado hacia 1490.
Velo humeral Velo ofertorio‘paño blanco que se pone sobre los hombros el sacerdote, y en cuyos extremos envuelve ambas manos para coger la custodia o el copón en que va el Santísimo Sacramento y trasladarlos de una parte a otra, o para manifestarlos a la adoración de los fieles’. Ambas formas en el DRAE desde 1884.
Vestidura Vestiduras ‘vestido que, sobrepuesto al ordinario, usan los sacerdotes para el culto divino’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1739, documentándolo en el siglo XV (El ordenamiento real).
Vestimenta Vestimentas ‘vestidura (del sacerdote para el culto divino)’. Ya en el Diccionario de Autoridades de 1739, remitiendo a vestidura.
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El color negro recuerda a todos que el que lo lleva ha muerto al mundo. Todas las vanidades del siglo han muerto para ese ser humano que ya sólo ha de vivir de Dios. El color blanco del alzacuellos simboliza la pureza del alma. 

Conociendo el simbolismo de estos dos colores es una cosa muy bella que todas las vestiduras del sacerdote, incluso las de debajo de la sotana, sean de esos dos colores: blanca camisa y alzacuellos, negro jersey, pantalones, calcetines y zapatos.


Durante la mayor parte de la historia de la Iglesia, el verde ha sido el color de los obispos. Este color todavía puede verse en el tradicional escudo de armas que cada obispo escoge al ser elegido. Sin embargo, en el siglo XVI el color cambió a ‘rojo amaranto’, que recibe este nombre en referencia al color de la flor amaranto. En la práctica, se parece al color fucsia.

Puesto que es un color similar al púrpura, tiene un valor simbólico que señala a la tarea del obispo de gobernar su diócesis local.

El color púrpura (que es más cercano al magenta) está conectado con la tradición del Imperio romano de investir a los nuevos dignatarios con una toga púrpura. En la heráldica medieval, este color simbolizaba justicia, majestad real y soberanía.

La vestidura litúrgica básica, desde el presidente de la celebración a los acólitos, es el alba –túnica blanca–, que debe ir con cíngulo si no queda de por sí suficientemente ceñida al cuerpo, y con el complemento del amito si se precisa, ya que su función es cubrir el cuello. Los presbíteros llevan sobre el alba la estola –tira de tela de uso común para todos los ministros ordenados– colgada al cuello con el color litúrgico que corresponda. Los diáconos llevan la estola atravesada, desde el hombro izquierdo, pasando sobre el pecho, hacia el lado derecho, donde se sujeta a la altura de la cintura.

La casulla es propia de los presbíteros y la debe llevar, obligatoriamente, el ministro ordenado que preside la celebración. A los sacerdotes concelebrantes les está permito prescindir de la casulla, pudiendo vestir solo alba con estola. El diácono llevara dalmática sobre el alba y la estola. 
Tanto la estola como la casulla tienen su color litúrgico propio del tiempo.

Además, existen otras vestiduras litúrgicas, que no son objeto de este artículo.

Así pues, cuando el obispo celebra, se reviste litúrgicamente como los presbíteros, aunque en ocasiones más solemnes puede llevar la dalmática, blanca, debajo de la casulla, además de sus insignias pontificales (anillo, mitra, báculo, cruz pectoral y palio, si le corresponde). 

El hábito coral del obispo[1] lo usará cuantas veces sale para dirigirse públicamente a la Iglesia o cuando regresa de ella, cuando esté presente sin que presida la liturgia o las acciones sagradas, y en otros casos previstos en el Ceremonial, tanto en su diócesis como fuera de ella.

Este hábito coral consta de sotana de color violáceo, una banda de seda del mismo color con flecos también de seda como adorno en ambos extremos –sin borlas–, roquete de lino o de otro tejido semejante, muceta de color violáceo –sin cogulla, o sea, sin capucha–, cruz pectoral sostenida sobre la muceta por un cordón de color verde entretejido con oro, solideo y bonete de color violáceo, con borla. Cuando el obispo lleva la sotana violácea, también usa medias de ese color. Puede usar capa magna, sin armiño, en su diócesis para las grandes solemnidades; los zapatos serán negros y sin hebillas.

Fuera de los actos litúrgicos los clérigos han de vestir un traje eclesiástico digno, según las normas dadas por la Conferencia Episcopal y las costumbres legítimas del lugar –CDC 284–. 

El Directorio para el Ministerio y la vida de los presbíteros, dado por Juan Pablo II, el 31 de enero de 1994, indica en su número 66 sobre la obligación del traje eclesiástico que El presbítero debe ser reconocible sobre todo, por su comportamiento, pero también por un modo de vestir, que ponga de manifiesto de modo inmediatamente perceptible por todo fiel—más aún, por todo hombre, su identidad y su pertenencia a Dios y a la Iglesia… 

El traje, cuando es distinto del talar –sotana–, debe ser diverso de la manera de vestir de los laicos y conforme a la dignidad y sacralidad de su ministerio. La forma y el color deben ser establecidos por la Conferencia Episcopal, siempre en armonía con las disposiciones de derecho universal. Exceptuando las situaciones del todo excepcionales, el no usar el traje eclesiástico por parte del clérigo puede manifestar un escaso sentido de la propia identidad de pastor, enteramente dedicado al servicio de la Iglesia.

Para presidir una acto de piedad popular, como por ejemplo un Vía Crucis, que no es un acto litúrgico, sino que es un ejercicio de piedad, llevan el llamado hábito piano episcopal, que consta de una sotana negra con cordoncillo, ribetes, costuras, ojales y botones de seda color rubí, sin sobremangas; sobre esta se puede colocar una esclavina; fajín con flecos, cruz pectoral con cadenilla y solideo; las medias violáceas son opcionales. Es la indumentaria adecuada para la asistencia a actos públicos, pero no litúrgicos.

Con este hábito se permite el uso de sombrero: de paño grueso de color negro el cual puede ser adornado con cordoncillos y borlas de color verde. En circunstancias más solemnes se podrá usar un amplio manteo de seda, color violáceo – los italianos le llaman ferraiolo o herreruelo –, que llegue hasta los pies.

Por otro lado, el vestido común, o de uso cotidiano, puede ser la sotana negra. Con la sotana, usan medias negras; también pueden llevar alzacuello, el solideo y la faja de color morado. La cruz pectoral se sostiene con la cadenilla. 

Siempre debe llevarse el anillo, independientemente de la vestidura que, en cada momento, lleve. 

 Si el obispo es religioso puede llevar el hábito de su Instituto. También puede vestir el clerigman.


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