EL ALBA

ALBA


El Alba es una prenda larga de lino o algodón que utiliza el sacerdote, el diácono y los demás ministros del altar en las celebraciones litúrgicas. Se llama así por ser de color blanco (el blanco en latín es albus). Su origen está en la “tunica talaris” romana.

En la Edad Media recibió los nombres de camiso, camisa y chamisia. Por su materia que siempre ha sido de lino (aunque también excepcionalmente, de lana o seda) se llamó túnica línea y por su ornamentación camisia parata o apparamentata. Estos adornos que empezaron a estilarse en el siglo X consistieron en franjas y galones colocados, sobre todo, en los márgenes de la vestidura. Sin embargo, desde el siglo XIII, prevaleció la costumbre de aplicarles piezas rectangulares bordadas ya sobre alguna zona de los laterales, ya en la espalda y sobre el pecho, recibiendo diferentes nombres: parura, plágula, grammata, gemmata, etc. Dicha ornamentación fue cesando en la Edad Moderna sustituyéndose por encajes o puntillas.

Para las grandes fiestas y solemnidades, desde el siglo X los márgenes de las mangas y la parte inferior se han adornado con deshilados o con encaje. Debajo del encaje puede verse la sotana coral del celebrante, de forma que se puede apreciar el color negro (presbíteros), violeta (obispos), rojo (Cardenales) o blanco de la sotana del Santo Padre. El Papa Benedicto XVI utilizó muchas albas con encaje en su pontificado.

Antes de los cambios del postconcilio, el alba quedaba descrita como una túnica blanca de lino o cáñamo que, provista de mangas hasta la muñeca y ceñida con un cíngulo, cubría completamente desde los hombros hasta los talones.  

Pero esta definición no sería hoy del todo precisa, dado que ya no se exige para ella un material concreto, las hay que no prevén el cíngulo, otras dotadas de capucha...

Las rúbricas mandaban -y mandan para quienes siguen los libros litúrgicos vigentes en 1962- que el sacerdote la vistiese bajo la casulla para la misa o bajo la capa pluvial en las funciones que a ésta siguen o preceden inmediatamente, y para la exposición, reserva, bendición y procesión con el Santísimo Sacramento. 

Del mismo modo, tanto el diácono como el subdiácono la visten -permítanme el presente de indicativo- en las mismas ocasiones bajo la dalmática, y aún bajo la planeta hasta 1962. 

También son utilizadas en ciertas bendiciones previstas por el ritual, como la primera parte del rito pontifical de consagración de una iglesia o de bendición y colocación de la primera piedra de un edificio donde, además, quedan completamente a la vista en el diácono y el subdiácono, dado que en estos casos han de revestirse omitiendo la dalmática.


De la Ordenación General del Misal Romano
336. La vestidura sagrada común para todos los ministros ordenados e instituidos de cualquier grado es el alba, que se ciñe con el cíngulo a la cintura, a no ser que esté hecha de tal modo que se ajuste al cuerpo sin cíngulo. Antes de ponerse el alba, si ésta no cubre totalmente el vestido común alrededor del cuello, empléese el amito. No se puede sustituir el alba por la sobrepelliz ni siquiera sobre el traje talar cuando se ha de revestir la casulla o la dalmática o, a tenor de las normas, sólo la estola sin casulla o sin dalmática.


337. La vestidura propia del sacerdote celebrante, en la Misa y en otras acciones sagradas que directamente se relacionan con ella, es la casulla, mientras no se diga lo contrario, puesta sobre el alba y la estola.


338. El vestido propio del diácono es la dalmática, que se pone sobre el alba y la estola; la dalmática, sin embargo, puede omitirse bien por necesidad, bien cuando se trate de un grado menor de solemnidad.


339. Los acólitos, lectores y los otros ministros laicos pueden vestir alba u otra vestidura legítimamente aprobada por la Conferencia de los Obispos en cada región (cf. n. 390).

340. La estola la lleva el sacerdote alrededor del cuello y pendiendo ante el pecho; en cambio, el diácono la lleva cruzada, desde el hombro izquierdo, pasando sobre el pecho, hacia el lado derecho del cuerpo, donde se sujeta.


341. La capa pluvial la lleva el sacerdote en las procesiones y en algunas otras acciones sagradas, según las rúbricas de cada rito particular.

342. Por lo que toca a la forma de las vestiduras sagradas, las Conferencias de los Obispos pueden determinar y proponer a la Sede Apostólica las acomodaciones que respondan mejor a las necesidades y costumbres de las diversas regiones [Cf. CONC. ECUM. VAT. II, Const. sobre la sagrada Liturgia, Sacrosanctum Concilium, n. 128].

343. Para la confección de las vestiduras sagradas, aparte de los materiales tradicionales, pueden emplearse las fibras naturales propias de cada lugar o algunas fibras artificiales que respondan a la dignidad de la acción sagrada y de la persona. De esto juzgará la Conferencia de los Obispos [Cf. ibidem.].


344. Conviene que la belleza y nobleza de cada vestidura se busque no en la abundancia de los adornos sobreañadidos, sino en el material que se emplea y en su corte. La ornamentación lleve figuras, imágenes o símbolos que indiquen el uso sagrado, suprimiendo todo lo que a ese uso sagrado no corresponda.


HISTORIA

Históricamente parece que su origen está en la túnica talar del mundo romano que, a partir del siglo III continuó como vestido propio del clero cuando se adoptó la túnica corta para la vida ordinaria, sin embargo, conviene tener en cuenta que una prenda de características análogas era usada por el sumo sacerdote de los hebreos -con la túnica de Aarón y sus hijos se relaciona en su bendición- y también por los sacerdotes gentiles al sacrificar. 

Por testimonios pictóricos paleocristianos y altomedievales, sabemos que inicialmente estuvieron decoradas con franjas de púrpura y oro, denominándose, según el número de estas franjas, monolores, dilores, trilores o pentalores. 

TIPO DE ALBAS

ALBA DE ENCAJES

El alba de encajes, nacida con la Edad Moderna y que ha llegado hasta nuestros días, compartía el ruedo, el cuello, las hombreras y las bocamangas de puntillas que le dan su nombre con el resto de la prenda de lienzo liso, si bien frecuentemente rizado, es decir, almidonado y planchado en finísimos pliegues, que le dan un aspecto absolutamente peculiar. 


Forrada de Negro 
para los presbíteros



Para su consolidación, hay que señalar que sobre la práctica decorativa precedente presentaba dos considerables ventajas: permitía un uso más versátil de la prenda al no estar asociada a color litúrgico alguno y, al mismo tiempo, la rápida identificación del rango dentro de la clericatura al que pertenece el oficiante, dado que a través de los encajes ubicados en el ruedo, los puños y las hombreras se puede observar el color de la sotana y de sus diferenciadas bocamangas, ya que los obispos y los prelados de honor llevan sotanas moradas pero con bocamangas de color carmesí, por ello bajo los puños de sus albas y roquetes se entrevé la seda de este color. 

La mayor complejidad a la hora de vestir la prenda con tan delicados encajes fue pronto subsanada con el forrado de éstos con sedas del color de la sotana coral correspondiente al rango eclesiástico de quien la porta. Así, a los casos bícromos ya descritos hay que añadir el de los capellanes de Su Santidad, que deberían hoy usar forros negros en sus albas, como todo el clero, puesto que su sotana coral sólo conserva de su antiguo color morado los botones y ribetes. 

Los cardenales, naturalmente, usan el rojo y el Sumo Pontífice siempre blanco, lo cual se puede apreciar bien en las bonitas albas de encaje que usó el Papa Benedicto XVI.

A esto habrá que añadir la existencia, relativamente frecuente, de excepciones cromáticas que siempre han sido toleradas donde hay arraigada costumbre de ello y que como norma general durante el Viernes Santo y en las liturgias de difuntos se utilizan albas sin encajes en señal de luto

ALBA CON REDROPIÉS


ALBAS CON REDROPIÉS
A partir del siglo XII el alba comenzó a estar más frecuentemente adornada con bocamangas y redropiés, también llamados aurifrisium, auriphrygium o grammata, suerte de parches cuadrangulares realizados en ricas telas de distintos colores que pronto se fueron conformando con el de los ornamentos y que llegaron a ubicarse también bajo los brazos y el pecho. 

Sin embargo, a partir del siglo XVI este tipo de decoración fue siendo sustituida paulatinamente por otra de encajes, quedando su uso a partir de la Edad Moderna reducido a algunas catedrales especialmente celosas con sus usos inveterados como las de Milán, París, Maguncia o Sevilla e iglesias bajo su respectiva influencia. 

En la catedral de Sevilla se han utilizado albas con redropiés hasta finales del siglo XX.



BENDICIÓN DE LAS ALBAS


Su primer uso debe preceder la bendición del obispo o de un sacerdote con especial facultad para ello; que desde el punto de vista simbólico su color blanco simboliza la reforma interior del Espíritu Santo, la inocencia de la vida y el brillo que acompaña a los ángeles. 

Igualmente puede recordar la vestidura blanca que Herodes Antipas mandó revestir a Jesús para burlarse de Él.

La oración prevista por la Iglesia para ser recitada por el ministro a la hora de vestir el alba es la siguiente: 

Deálba me, Dómine, et munda cor meum; ut, in Sánguine Agni dealbátus, gaudis pérfruat sempitérnis (Purifícame, oh Señor, y limpia mi corazón, a fin de que, purificado en la sangre del Cordero, yo disfrute del gozo eterno).


COMENTARIOS

Frente a otras prendas litúrgicas que, tras los cambios posteriores al último concilio, han quedado relegadas a la oscuridad de las cajoneras o a las iluminadas vitrinas de los museos diocesanos de arte sacro, el alba ha sufrido una multiplicación exponencial de su presencia en las ceremonias litúrgicas, dada la extensión de su uso a todos los ministros -incluidos los lectores, acólitos seglares instituidos o no como los monaguillos- y a todas las ceremonias litúrgicas. 

Esto se debe al abandono de la sotana, que ha llevado a la generalización del alba frente a la sobrepelliz.



FOTOS


Con encaje
de uso prelaticio y episcopal



Alba Rizada


ALBA de encaje 
con forro blanco









1 comentario:

  1. Gracias por la buena información hermano, tengo una duda: ¿Los acólitos instituidos pueden usar el alba con encajes (sobre la sotana)?

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