DIARIO
Ángelus 12M
Avemarías
Comunión
Comentario Evangelio
Cilicio
Diario
Examen Particular
Examen General
Lectura Evangelio
Lectura Espiritual
Minuto Heroico
Misa, Santa
Mortificación pro Padre
Ofrecimiento Obras
Oración Mental
Oración Intención Mensual
Oración pro Padre
Preces
Primer y último Pensamiento
SIEMPRE
Acordaos
Acciones de Gracias
Actos Desagravios
Alegría
Bendición Alimentos
Bendición Viaje
Comunión Espiritual
Corrección fraterna
Crucifijo
Encargos apostólicos
Escapulario
Estudio
Filiación Divina
Imagen de la Virgen
Indulgencias
Jaculatorias
Mortificaciones
Orden
Presencia de Dios
Trabajo
Saludos a la Virgen
Saludos al Ángel
SEMANAL
Salmo II: Martes
Adoro Te Devote: Jueves
Salve: Sábados
Bendición Santísimo: sábados
Mortificación semanal: Sábados
Círculo
Confesión Sacramental
Charla Fraterna
Día de Guardia
Día de Turno
Disciplinas
Paseo Semanal
Sleeping
MENSUAL
Quicumque: 3er domingo
Retiro Mensual
Vela Santísimo
Excursión Mensual
ANUAL
Curso Retiro
Curso Anual
Cartas al Padre
Examen médico
Octavario: Enero
Domingos de San José: Feb y Marz.
Lista de San José: 19 Marzo
Renovación Oblación: 19 Marzo
Romería: Mayo
Decenario Espíritu Santo
Trisagio Angélico
Santidad Sacerdotes: 28 Marz-25 Jun-4 Ago.
Consideración Pobreza: 4 Oct.
Responso Difuntos: 2 Nov.
Misas en Sufragio: Nov.
Novena Inmaculada: Dic.
Triduo Navidad
CONSAGRACIONES
- A la Virgen: 15 Agosto.
- Al Corazón de Jesús: Fiesta Cristo Rey
- Consagración a la Sagrada Familia: Diciembre.
Comenzamos la jornada con el ofrecimiento de obras: después de levantarnos puntualmente, viviendo el minuto heroico, hacemos una ofrenda de amor y de servicio besando el suelo mientras decimos: –Serviam!–, de todo cuanto somos y podemos.
Es recomenzar una vez más, con ilusión nueva, la lucha por la santidad.
Besar el suelo, o hacer una inclinación profunda, puestos de rodillas, y decir serviam!: manifestación de humildad y de deseo de servicio.
Momento para recordar los propósitos del examen de la noche anterior.
Conveniencia de renovar el ofrecimiento frecuentemente a lo largo del día.
Renovad cada mañana, con un serviam! decidido —¡te serviré, Señor!—, el propósito de no ceder, de no caer en la pereza o en la desidia, de afrontar los quehaceres con más esperanza, con más optimismo, bien persuadidos de que si en alguna escaramuza salimos vencidos podremos superar ese bache con un acto de amor sincero. (Amigos de Dios 217).
Ese grito —«serviam!»— es voluntad de «servir» fidelísimamente, aun a costa de la hacienda, de la honra y de la vida, a la Iglesia de Dios. (Camino 519).
Nuestro Padre empezaba el día con una jaculatoria. Y para manifestar su disposición de servicio, tan pronto se levantaba se arrodillaba en el suelo, y lo besaba diciendo: Serviam!
A continuación se hacía el signo de la cruz en la frente, en los labios y en el pecho, mientras recitaba una corta oración: «Todos mis pensamientos, todas mis palabras, y las obras todas de este día, te las ofrezco, Señor, y mi vida entera por amor»
Modo de hacerlo
A continuación se hacía el signo de la cruz en la frente, en los labios y en el pecho, mientras recitaba una corta oración: «Todos mis pensamientos, todas mis palabras, y las obras todas de este día, te las ofrezco, Señor, y mi vida entera por amor»
Serviam! (Besando el suelo)
Algunas oraciones sugeridas:
A Dios nuestro Señor
Te doy gracias, Dios mío, por haberme creado, redimido, hecho cristiano y conservado la vida. Te ofrezco mis pensamientos, palabras y obras de este día. No permitas que Te ofenda y dame fortaleza para huir de las ocasiones de pecar. Haz que crezca mi amor hacia Ti y hacia los demás.
A la Santísima Virgen
¡Oh Señora mía! ¡Oh, Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a Vos; y en prueba de mi filial afecto os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser.
Ya que soy todo vuestro, Madre de bondad, guardadme y defendedme como cosa y posesión vuestra. Amén.
Al Ángel de la Guarda
Ángel de Dios, bajo cuya custodia me puso el Señor con amorosa piedad, a mí que soy vuestro encomendado, alumbradme hoy, guardadme, regidme y gobernadme. Amén.
ORACIÓN MENTAL
Al comenzar:
Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Señor mío y Dios mío: creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.
Al terminar:
Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que me has comunicado en esta meditación. Te pido ayuda para ponerlos por obra. Madre mía Inmaculada, San José, mi padre y señor, Ángel de mi guarda: interceded por mí.
Todo lo que se hace por amor al Señor es oración; pero más propiamente se suele llamar oración a la conversación íntima con Dios: "es el diálogo eterno, el que han tenido todas las personas que se amaron en la tierra" (De nuestro Padre) (Camino 90-91).
Media hora por la mañana y media hora por la tarde para los Numerarios y Agregados. Sin anonimato, con sencillez. Intensidad: llenar los minutos; es corto el tiempo para amar.
Es tema de oración todo lo que constituye nuestra vida (Camino 91).
3- La oración es la caldera que da calor -amor de Dios- a todo el edificio, a todos los instantes y ocupaciones de la jornada. "Y en mi meditación, se enciende el fuego" (Camino 92).
A ser posible, se procura hacer la oración ante el sagrario, aunque también se puede hacer en cualquier sitio.
Escuchar a Dios. Propósitos eficaces.Posibles dificultades: distracciones, aridez, sueño.
SANTA MISA
Statuta 81 §1. El centro y raíz de la vida espiritual de los fieles de la Prelatura es el Sacrosanto Sacrificio de la Misa, en el que se renueva de manera incruenta la Pasión y Muerte de Jesucristo, y se conmemora su infinito amor salvífico hacia todos los hombres.
§2. Por lo tanto todos los sacerdotes celebrarán diariamente el Santo Sacrificio de la Misa, a la que todos los laicos asistirán devotísimamente, participando sacramentalmente del Banquete del Cuerpo de Cristo o al menos espiritualmente.
Además visitarán a Cristo en el Santísimo Sacramento en otro momento del día.
1. En la Santa Misa se renueva sacramentalmente el Sacrificio del Calvario, y se realiza la obra de nuestra Redención. Nos incorporamos y participamos en el perenne Sacrificio de Cristo: el Señor hace suyo nuestro pequeño sacrificio y nosotros hacemos nuestro su sacrificio infinito. Es "el centro y raíz de la vida espiritual del cristiano" (Cristo que pasa, 87).
La Santa Misa centra toda nuestra vida y le confiere valor inmenso.
De la Santa Misa obtenemos toda la energía espiritual necesaria para alcanzar las altas metas de nuestro camino.
2. Consejo que nos ha dado nuestro Padre: dividir la jornada en dos partes: por la mañana, dar gracias al Señor por haberle recibido; por la tarde, prepararse para la Santa Misa del día siguiente.
Intensificar la preparación en el tiempo de la noche. No acostumbrarse; es útil seguir las oraciones con el misal. Dialogar la Misa con pausa y atención; cuidar la postura y otros detalles de delicadeza y urbanidad de la piedad.
Debemos unirnos en nuestras eucaristías a las intenciones de la Misa del Padre.
(Spiritui et Consuetudinibus).
COMUNIÓN
El que come mi carne y bebe mi sangre está en mí y yo en él. Así como yo vivo por mi Padre, así también el que me come vivirá por mí" (Jn. 6, 56-57).
Es el sentimiento de la madre por su hijo: te comería a besos, le dice. Te comería: te transformaría en mi propio ser. Jesucristo hace lo que a nosotros nos es imposible: sobrenaturaliza nuestras vidas, nuestras acciones, nuestros sacrificios. Quedamos endiosados" (De nuestro Padre).
Preparación de la Comunión: remota y próxima. Prolongar después la acción de gracias por haberlo recibido.
Vivir intensamente los minutos en que permanecen en nosotros las especies sacramentales: actos de fe, de esperanza, de amor. Adoración, peticiones. Desagravio, acciones de gracias.
Renovación de la Oblación
El 19 de marzo, en la solemnidad de San José, todos los fieles renuevan su incorporación a la Obra, se renueva la entrega.
Además por devoción -para servir con voluntariedad actual, y ganar indulgencias- se recomienda que como devoción personal, se acostumbren a renovar frecuentemente su entrega. Buen momento para ello es la santa Comunión.
TRIUM PUERÓRUM
Dan. 3, 57-88
..
Antífona. Todos: Trium puerórum* cantémus hymnum, quem cantábant sancti in camíno ignis,benedicéntes Dóminum (T. P. Allelúia).
1. Benedícite, ómnia ópera Dómini, Dómino, laudáte et superexaltáte eum in sǽcula.2. Benedícite, cæli, Dómino, benedícite, ángeli Dómini, Dómino.3. Benedícite, aquæ omnes, quæ super cælos sunt, Dómino, benedícat omnis virtus, Dómino.4. Benedícite, sol et luna, Dómino, benedícite, stellæ cæli, Dómino.5. Benedícite, omnis imber et ros, Dómino, benedícite, omnes venti, Dómino.6. Benedícite, ignis et æstus, Dómino, benedícite, frigus et æstus, Dómino.7. Benedícite, rores et prúina, Dómino, benedícite, gelu et frigus, Dómino.8. Benedícite, glácies et nives, Dómino, benedícite, noctes et dies, Dómino.9. Benedícite, lux et ténebræ, Dómino, benedícite, fúlgura et nubes, Dómino.10. Benedícat terra Dóminum, laudet et superexáltet eum in sǽcula.11. Benedícite montes et colles, Dómino, benedícite, univérsa germinántia in terra, Dómino.12. Benedícite, mária et flúmina, Dómino, benedícite, fontes, Dómino.13. Benedícite, cete et ómnia, quæ movéntur in aquis, Dómino, benedícite, omnes vólucres cæli, Dómino.14. Benedícite, omnes béstiæ et pécora, Dómino, benedícite, fílii hóminum, Dómino.15. Bénedic, Ísraël, Dómino, laudáte et superexaltáte eum in sǽcula.16. Benedícite, sacerdótes Dómini, Dómino, benedícite, servi Dómini, Dómino.17. Benedícite, spíritus et ánimæ iustórum, Dómino, benedícite, sancti et húmiles corde, Dómino.18. Benedícite, Ananía, Azaría, Mísaël, Dómino, laudáte et superexaltáte eum in sǽcula.19. Benedicámus Patrem et Fílium cum Sancto Spíritu; laudémus et superexaltémus eum in sǽcula.20. Benedíctus es in firmaménto cæli et laudábilis et gloriósus in sǽcula.
Psalmus 150
1. Laudáte Dóminum in sanctuário eius, laudáte eum in firmaménto virtútis eius.2. Laudáte eum in magnálibus eius, laudáte eum secúndum multitúdinem magnitúdinis eius.3. Laudáte eum in sono tubæ, laudáte eum in psaltério et cíthara.4. Laudáte eum in týmpano et choro, laudáte eum in chordis et órgano.5. Laudáte eum in cýmbalis benesonántibus, laudáte eum in cýmbalis iubilatiónis: omne quod spirat, laudet Dóminum.
Glória Patri, et Fílio, et Spirítui Sancto.Sicut erat in princípio, et nunc, et semper, et in sǽcula sæculórum. Amen.
Antífona. Todos: Trium puerórum* cantémus hymnum, quem cantábant sancti in camíno ignis, benedicéntes Dóminum (T. P. Allelúia).
De pie
℣. Kýrie, eléison. Todos: Christe, eléison. Kýrie, eléison.
℣. Pater noster (en silencio)
[Pater noster, qui es in cælis: sanctificétur nomen tuum; advéniat regnum tuum; fiat volúntas tua, sicut in cælo, et in terra.Panem nostrum cotidiánum da nobis hódie; et dimítte nobis débita nostra, sicut et nos dimíttimus debitóribus nostris;]
℣. Et ne nos indúcas in tentatiónem. ℟. Sed líbera nos a malo.
℣. Confiteántur tibi, Dómine, ómnia ópera tua. ℟. Et Sancti tui benedícant tibi.
℣. Exsultábunt Sancti in glória. ℟. Lætabúntur in cubílibus suis.
℣. Non nobis, Dómine, non nobis. ℟. Sed nómini tuo da glóriam.
℣. Dómine, exáudi oratiónem meam. ℟. Et clamor meus ad te véniat.
El sacerdote añadirá:
℣. Dóminus vobíscum. ℟. Et cum spíritu tuo.
Orémus
Deus, qui tribus púeris mitigásti flammas ígnium, concéde propítius; ut nos fámulos tuos non exúrat flamma vitiórum.Actiónes nostras, quǽsumus, Dómine, aspirándo prǽveni et adiuvándo proséquere: ut cuncta nostra orátio et operátio a te semper incípiat, et per te cœpta finiátur.Da nobis, quǽsumus, Dómine, vitiórum nostrórum flammas extínguere; qui beato Lauréntio tribuísti tormentórum suórum incéndia superáre. Per Christum Dóminum nostrum.
R/. Amen.
ESPAÑOL
CÁNTICO DE LOS TRES JÓVENES
Traducción 1
Ant. Todos: Cantemos el himno de los tres jóvenes, * el que los santos cantaban en el horno encendido alabando al Señor . (T.P. Aleluya)
Creaturas todas del Señor, *bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Ángeles del Señor, *bendecid al Señor;
cielos, *bendecid al Señor.
Aguas del espacio, *bendecid al Señor;
ejércitos del Señor,*bendecid al Señor.
Sol y luna,*bendecid al Señor;
astros del cielo,*bendecid al Señor.
Lluvia y rocío,*bendecid al Señor;
vientos todos,*bendecid al Señor.
Fuego y calor,*bendecid al Señor;
fríos y heladas,*bendecid al Señor.
Rocíos y nevadas*bendecid al Señor;
témpanos y hielos,*bendecid al Señor.
Escarchas y nieve,*bendecid al Señor;
noche y día,*bendecid al Señor.
Luz y tinieblas,*bendecid al Señor;
rayos y nubes,*bendecid al Señor.
Bendiga la tierra al Señor,*ensálcelos con himnos por los siglos.
Montes y cumbres,*bendecid al Señor;
cuanto germina en la tierra,*bendiga al Señor.
Manantiales,*bendecid al Señor;
mares y ríos,*bendecid al Señor.
Cetáceos y peces,*bendecid al Señor;
aves del cielo,*bendecid al Señor.
Fieras y ganados,*bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Hijos de los hombres,*bendecid al Señor;
bendiga Israel al Señor.
Sacerdotes del Señor,*bendecid al Señor;
siervos del Señor,*bendecid al Señor.
Almas y espíritus justos,*bendecid al Señor;
santos y humildes de corazón,*bendecid al Señor.
Ananías, Azarías y Misael,*bendecid al Señor,
ensalzadlo con himnos por los siglos.
Bendito el Señor en la bóveda del cielo,*alabado y glorioso y ensalzadlo, por los siglos.
Salmo 150
Alabad al Señor en su templo,*alabadlo en su augusto firmamento.
Alabadlo por sus obras magníficas,*alabadlo por su inmensa grandeza.
Alabadlo tocando trompetas,*alabadlo con arpas y cítaras,
Alabadlo con tambores y danzas,*alabadlo con trompas y flautas,
alabadlo con platillos sonoros,*alabadlo con platillos vibrantes.
Todo ser que alienta,*alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.*Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén
Antífona. Todos: Cantemos el himno de los tres jóvenes*, el que los santos cantaban en el horno encendido alabando al Señor. (T.P. Aleluya)
De pie
℣. Señor, ten piedad.
Todos: Cristo, ten piedad. Señor, ten piedad.
℣. Padre nuestro (en silencio)
℣. No nos dejes caer en la tentación℟. Y líbranos del mal
℣. Que te alaben, Señor, todas tus obras.℟. Y que tus santos te bendigan.
℣. Se regocijarán los santos en la gloria.℟. Y se alegrarán en sus moradas.
℣. No a nosotros, Señor, no a nosotros.℟. Sino a tu nombre da la gloria.
℣. Señor, escucha mi oración.℟. Y que llegue a ti mi clamor.
Los sacerdotes añaden:
℣. El Señor esté con vosotros.℟. Y con tu espíritu.
Oremos
Oh Dios, que mitigaste las llamas del fuego para los tres jóvenes, concédenos benignamente a tus siervos que no nos abrase la llama de los vicios.
Te rogamos, Señor, que prevengas nuestras acciones con tu inspiración y que las acompañes con tu ayuda, para que así toda nuestra oración y obra comience siempre en Ti, y por Ti se concluya.
Danos, te lo pedimos, Señor, poder apagar las llamas de nuestros vicios, Tú que le concediste a San Lorenzo vencer el fuego que le atormentaba. Por Cristo nuestro Señor. ℟. Amén.
HIMNO DE LOS TRES JÓVENES
Traducción 2
Antífona. Todos: Cantemos el himno de los tres jóvenes*, el que los santos cantaban en el horno encendido alabando al Señor. (T. P. Aleluya.)
1. Bendecid al Señor, todas las obras del Señor: alabadle y ensalzadle por siempre.
2. Bendecid, cielos, al Señor, bendecid al Señor, Ángeles del Señor.
3. Bendecid al Señor todas las aguas que hay sobre los cielos: bendiga todo poder al Señor.
4. Bendecid al Señor, sol y luna: estrellas del cielo, bendecid al Señor.
5. Bendecid al Señor, toda la lluvia y el rocío: todos los vientos, bendecid al Señor.
6. Bendecid al Señor, el fuego y el calor: frío y calor, bendecid al Señor.
7. Bendecid al Señor, rocíos y escarchas: hielo y frío, bendecid al Señor.
8. Bendecid al Señor, hielos y nieves: noches y días, bendecid al Señor.
9. Bendecid al Señor, luz y tinieblas: rayos y nubes, bendecid al Señor.
10. Bendiga la tierra al Señor: alábele y ensálcele por siempre.
11. Bendecid al Señor, montes y collados: todas las cosas que germinan en la tierra,bendecid al Señor.
12. Bendecid al Señor, mares y ríos: fuentes, bendecid al Señor.
13. Bendecid al Señor, ballenas y todo lo que vive en el mar: todas las aves del cielo, bendecid al Señor.
14. Bendecid al Señor, todos los animales y ganados: bendecid, hijos de los hombres, al Señor.
15. Bendice, Israel al Señor: alabadle y ensalzadle por siempre.
16. Bendecid al Señor, sacerdotes del Señor: bendecid al Señor, siervos del Señor.
17. Bendecid al Señor, espíritus y almas de los justos: santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.
18. Bendecid al Señor, Ananías, Azarías y Misael: alabadle y ensalzadle por siempre.
19. Bendigamos al Padre y al Hijo con el Espíritu Santo: alabémosle y ensalcémosle por siempre.
20. Bendito eres en el firmamento del cielo: y loable y glorioso por siempre.
Salmo 150
1. Alabad al Señor en su santuario: alabadle en su augusto firmamento.
2. Alabadle por sus grandiosas obras: alabadle por su inmensa majestad.
3. Alabadle con sones de trompetas: alabadle con salterio y cítara.
4. Alabadle tañendo címbalos y cantando a coro: alabadle con instrumentos de cuerda y voces de órgano.
5. Alabadle con címbalos resonantes: alabadle con címbalos de alegría: todo espíritu alabe al Señor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.
Antífona. Todos: Cantemos el himno de los tres jóvenes, *el que los santos cantaban en el horno encendido alabando al Señor. (T. P. Aleluya.)
De pie
℟. Señor, ten piedad.
Todos: Cristo, ten piedad. Señor, ten piedad.
℣. Padre nuestro (en silencio)
℣. Y no nos dejes caer en la tentación.℟. Mas líbranos del mal.
℣. Que te alaben, Señor, todas tus obras.℟. Y que tus santos te bendigan.
℣. Se regocijarán los santos en la gloria.R. Y se alegrarán en sus moradas.
℣. No a nosotros, Señor, no a nosotros.℟. Sino a tu nombre da la gloria.
℣. Señor, escucha mi oración.R. Y que llegue a Ti mi clamor.
Los sacerdotes añaden:
℟. El Señor esté con vosotros.℟. Y con tu espíritu.
Oremos
Oh Dios, que mitigaste las llamas del fuego para los tres jóvenes, concédenos benignamente a tus siervos que no nos abrase la llama de los vicios.
Te rogamos, Señor, que prevengas nuestras acciones con tu inspiración y que las acompañes con tu ayuda, para que así toda nuestra oración y obra comience siempre en Ti, y por Ti se concluya.
Danos, te lo pedimos, Señor, poder apagar las llamas de nuestros vicios, Tú que le concediste a San Lorenzo vencer el fuego que le atormentaba. Por Cristo nuestro Señor.℟. Amén.
Trium Puerorum
En nuestros oratorios, después de la Santa Misa, todos darán gracias durante diez minutos, de modo privado; terminado este tiempo, cantarán o recitarán el Trium puerorum, con el Salmo 150 y las oraciones litúrgicas correspondientes.
No es necesario que el sacerdote dirija el rezo, aunque esté presente; puede hacerlo uno cualquiera, por ejemplo, el que ha ayudado a Misa o el que se encargue de dirigir ese día las oraciones que suelen rezarse en familia.
Cuando se recitan colectivamente, antes o después de la oración de la mañana, el Salmo II, el Símbolo Atanasiano o el Adoro Te devote, puede ser conveniente omitir ese día el rezo del Trium puerorum, para no hacer demasiado largo el conjunto de esos actos de piedad.
Latín
Las preces litúrgicas que se rezan algunos días como el Trium puerorum, Salmo II, o el Símbolo Atanasiano, etc. —pueden recitarse preferiblemente en forma dialogada— o cantarse en latín, aunque asistan personas que no pertenezcan a la Obra. Sin embargo, cuando asisten personas que no son de casa, no hay inconveniente en decir el Trium puerorum en el idioma del país.
Oración a San Miguel
De otra parte, dejando a todos la máxima libertad para seguir o no esta sugerencia, nuestro Fundador aconsejaba que, después de la Santa Misa, tanto los laicos como los sacerdotes rezasen en latín o en lengua vernácula, privadamente, la oración a Sancte Michaël Archangele.
Cantos
Donde hay un número suficiente de fieles de la Prelatura, siempre se ha vivido la tradición de entonar después del Santo Sacrificio algún canto en latín, que puede corresponder a la Misa que se ha celebrado o al tiempo litúrgico: Crux fidelis, Ubi Caritas, Pax in coelo, Ave Maris Stella, Magnificat, Te Ioseph, Oremus pro Patre, Rorate coeli, Media vita, etc.
Te doy gracias, Dios mío, por haberme creado, redimido, hecho cristiano y conservado la vida. Te ofrezco mis pensamientos, palabras y obras de este día. No permitas que Te ofenda y dame fortaleza para huir de las ocasiones de pecar. Haz que crezca mi amor hacia Ti y hacia los demás.
¡Oh Señora mía! ¡Oh, Madre mía! Yo me ofrezco enteramente a Vos; y en prueba de mi filial afecto os consagro en este día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón; en una palabra, todo mi ser.
Al Ángel de la Guarda
Ángel de Dios, bajo cuya custodia me puso el Señor con amorosa piedad, a mí que soy vuestro encomendado, alumbradme hoy, guardadme, regidme y gobernadme. Amén.
Al comenzar:
Dan. 3, 57-88
ANGELUS
Al mediodía fijamos la mirada en Nuestra Santísima Madre. Le recordamos los momentos entrañables de la embajada del Ángel; el fíat! humildísimo, rendido, generoso, apasionado, con el que nos hizo "hermanos de Dios y herederos de su gloria": la Encarnación del Verbo.
Esta breve Norma nos ayuda a aumentar la devoción a Nuestra Señora. La puntualidad en esta cita es un estupendo detalle de amor.
Conveniencia de llevar a la oración el contenido de esta Norma.
Regina Caeli
Desde el domingo de Pascua hasta la fiesta de Pentecostés, en lugar del Angelus, se reza el Regina Caeli. Nos llenamos de gozo con Nuestra Señora por la alegría inmensa de la Resurrección.
Resurrexit sicut dixit. El Señor es fiel cumplidor de todas sus promesas. Si nos abrazamos a la cruz de cada día, alcanzaremos la felicidad sin sombras de la vida eterna. La Virgen nos espera en el Cielo y, mientras caminamos, nos sostiene, nos anima, nos impulsa con suavidad y fortaleza.
Esta Norma debe ayudarnos a tener presencia de Dios en el trabajo.
Cuando se tiene una clase o charla, etc., a mediodía, no hay que interrumpirla para rezar el Angelus o el Regina Coeli: el rezo se hace inmediatamente antes o después de ese acto, dirigido por el dignior.
Latín
Como una muestra más de catolicidad y de amor a la Iglesia Romana, las Preces de la Obra, las oraciones del Círculo Breve —o del Círculo de Estudios, en su caso— y las jaculatorias acostumbradas, las rezan en latín y con pronunciación romana, no sólo los Numerarios, sino también los Agregados y los Supernumerarios. Antes, se explica bien a quienes lo necesiten el significado de cada frase.
Cuando estén presentes sólo personas de la Obra, también se dicen siempre en latín la estación que se reza en la visita, en la exposición del Santísimo Sacramento, y antes del rezo del Santo Rosario, la invocación Per signum Crucis, el Angelus y el Regina Coeli, el Trium puerorum y las oraciones de bendición de la mesa.
La señal de la cruz, antes de la oración preparatoria de la meditación, se acompaña de la oración: Per signum Crucis de inimicis nostris libera nos, Deus noster. In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti. Amen. En los demás casos, esas oraciones se dicen en el idioma del país.
ANGELUS
℣. Ángelus Dómini nuntiávit Maríæ.℟. Et concépit de Spíritu Sancto.
℣. Ave María, gratia plena, Dominus tecum, benedicta tu in muliéribus,et benedictus fructus ventris tui Iesus.et benedictus fructus ventris tui Iesus.℟. Santa Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in ora mortis nostrae. Amen.
℣. Ecce ancílla Dómini.℟. Fiat mihi secúndum verbum tuum.
℣. Ave María, gratia plena, Dominus tecum, benedicta tu in muliéribus,et benedictus fructus ventris tui Iesus.et benedictus fructus ventris tui Iesus.℟. Santa Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in ora mortis nostrae. Amen.
℣. Et Verbum caro factum est.℟. Et habitávit in nobis.
℣. Ave María, gratia plena, Dominus tecum, benedicta tu in muliéribus,et benedictus fructus ventris tui Iesus.et benedictus fructus ventris tui Iesus.℟. Santa Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in ora mortis nostrae. Amen.
℣. Ora pro nobis, sancta Dei génetrix.℟. Ut digni efficiámur promissiónibus Christi.
Orémus
Grátiam tuam, quǽsumus, Dómine, méntibus nostris infúnde: ut qui, Ángelo nuntiánte, Christi Fílii tui Incarnatiónem cognóvimus; per Passiónem eius et Crucem, ad resurrectiónis glóriam perducámur. Per Christum Dóminum nostrum. ℟. Amen.
ESPAÑOL
℣. El Ángel del Señor anunció a María,℟. Y concibió por obra del Espíritu Santo.
Avemaría.
℣. He aquí la esclava del Señor.℟. Hágase en mí según tu palabra.
Avemaría.
℣. Y el Verbo se hizo carne.℟. Y habitó entre nosotros.
Avemaría.
℣. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,℟. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.
Oración
Te suplicamos, Señor, que derrames tu gracia en nuestras almas para que los que, por el anuncio del Ángel, hemos conocido la encarnación de tu Hijo Jesucristo, por su Pasión y Cruz seamos llevados a la gloria de su Resurrección. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.℟. Amén.
REGINA COELI (Tiempo Pascual)
℣. Regina cæli lætáre, allelúia.℟. Quia quem meruísti portáre, allelúia.
℣. Resurréxit, sicut dixit, allelúia.℟. Ora pro nobis Deum, allelúia.
℣. Gaude et lætáre, Virgo Maria, allelúia.℟. Quia surréxit Dóminus vere, allelúia.
Orémus
Deus, qui per resurrectiónem Fílii tui Dómini nostri Iesu Christi mundum lætificáre dignátus es, præsta, quǽsumus, ut per eius Genetrícem Vírginem Maríam perpétuæ capiámus gáudia vitæ. Per Christum Dóminum nostrum. ℟. Amen.
ESPAÑOL
℣. Alégrate, Reina del cielo; aleluya.℟. Porque el que mereciste llevar en tu seno; aleluya.
℣. Ha resucitado, según predijo; aleluya.℟. Ruega por nosotros a Dios; aleluya.
℣. Gózate y alégrate, Virgen María; aleluya.℟. Porque ha resucitado Dios verdaderamente; aleluya.
Oración
Oh Dios que por la resurrección de tu Hijo, nuestro Señor Jesucristo, te has dignado dar la alegría al mundo, concédenos que por su Madre, la Virgen María, alcancemos el gozo de la vida eterna. Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor.℟. Amén.
VISITA AL SANTÍSIMO
ESTACIÓN MENOR
I ℣. Adorémus in ætérnum Sanctíssimum Sacraméntum.℟. Adorémus in ætérnum Sanctíssimum Sacraméntum.
Pater Noster
℣. Pater noster, qui es in caelis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in caelo, et in terra.℟. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem, sed libera nos a malo. Amen.
Ave María
℣. Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum; benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui, Iesus.℟. Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae. Amen.
Gloria Menor
℣. Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto.℟. Sicut erat in principio, et nunc et semper et in saecula saeculorum. Amen.
II℣. Adorémus in ætérnum Sanctíssimum Sacraméntum.℟. Adorémus in ætérnum Sanctíssimum Sacraméntum.
Pater Noster
℣. Pater noster, qui es in caelis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in caelo, et in terra.℟. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem, sed libera nos a malo. Amen.
Ave María
℣. Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum; benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui, Iesus.℟. Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae. Amen.
Gloria Menor
℣. Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto.℟. Sicut erat in principio, et nunc et semper et in saecula saeculorum. Amen.
III℣. Adorémus in ætérnum Sanctíssimum Sacraméntum.℟. Adorémus in ætérnum Sanctíssimum Sacraméntum.
Pater Noster
℣. Pater noster, qui es in caelis: sanctificetur nomen tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua, sicut in caelo, et in terra.℟. Panem nostrum cotidianum da nobis hodie; et dimitte nobis debita nostra, sicut et nos dimittimus debitoribus nostris; et ne nos inducas in tentationem, sed libera nos a malo. Amen.
Ave María
℣. Ave Maria, gratia plena, Dominus tecum; benedicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris tui, Iesus.℟. Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae. Amen.
Gloria Menor
℣. Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto.℟. Sicut erat in principio, et nunc et semper et in saecula saeculorum. Amen.
Luego
℣. Adorémus in ætérnum Sanctíssimum Sacraméntum.℟. Adorémus in ætérnum Sanctíssimum Sacraméntum.
COMUNIÓN ESPIRITUAL
℣. Yo quisiera, Señor, recibiros con aquella pureza, humildad y devoción con que os recibió vuestra Santísima Madre, con el espíritu y fervor de los santos.
VISITA AL SANTÍSIMO
Todos hacemos, cada día, al menos una visita al Santísimo Sacramento, rezando ante el Sagrario una estación menor y la fórmula de la comunión espiritual. Le agradecemos así su presencia en los Tabernáculos y su entrega en la Comunión.
Cada día —si es posible, a mediodía, después de la comida— se vive la Norma de la visita al Santísimo. Se rezan, en forma dialogada, tres Pater noster, Ave Maria y Gloria, y se concluya recitando la Comunión espiritual, con la fórmula acostumbrada, en el idioma del país.
Antes de cada Pater noster y de la comunión espiritual, quien dirige el rezo —como acto de fe y desagravio— dice: Adoremus in aeternum Sanctissimum Sacramentum; y todos responden repitiendo la misma aclamación.
OTRAS COSTUMBRES CON JESÚS SACRAMENTADO
Saludo al Señor en el sagrario
Tenemos por costumbre saludar al Señor en el sagrario siempre que se entra o sale de la casa, e ir allí muchas veces, por lo menos con el corazón.
Hay que tratar al Señor en la Eucaristía y en la oración, en el Pan y en la Palabra, con amor y confianza. Nuestro Padre llamaba Betania a nuestros Sagrarios (Camino 554 y 537).
El Sagrario es el centro de nuestros Centros. “El Sagrario ha de ser un imán. Hemos de sentir la necesidad de acudir allí, muchas veces al día, aunque sea un instante: ¡te quiero mucho, Señor, ayúdame!” (De nuestro Padre).
“Cuando el centro de los pensamientos y esperanzas de una casa es el Sagrario, ¡qué abundantes los frutos de santidad y apostolado!” (De nuestro Padre).
Saludos a los Custodios del sagrario
Nuestro padre después de saludar al Señor en el Sagrario, agradecía siempre a los Ángeles, allí presentes, la adoración que continuamente prestan a Dios.
“Cuando voy a un oratorio donde está el tabernáculo, digo a Jesús que le amo, e invoco a la Trinidad. Después doy gracias a los Ángeles que custodian el Sagrario, adorando a Cristo en la Eucaristía”.
En otra ocasión manifestó:
Muchas veces, cuando voy al oratorio por la noche —decía—, al entrar —lo hago siempre— comienzo por dar gracias a los Ángeles por estar allí, en perpetua vela, alabando a Jesús Sacramentado: haciéndole la corte.
Hijos míos, tenéis un Padre que cree, que no es un beato. Creo lo justo, pero con toda mi alma. Después, cuando recito otras oraciones vocales, pienso que tengo al Ángel Custodio a mi izquierda, y a la derecha a mi Arcángel ministerial. Son industrias humanas, que manifiestan una piedad buena; una piedad de niños, si queréis, pero recia y bien anclada en la fe.
Lámparas del Sagrario
Con el fin de implorar luces divinas y gracia abundante para los que tienen encargos de gobierno o los que están recibiendo la formación inicial, y para que todos los fieles de la Prelatura mantengan siempre muy viva la piedad eucarística, y también como manifestación de espíritu de reparación, en los oratorios del Padre, del Consejo General, de la Asesoría Central, de las Comisiones y Asesorías Regionales, así como de las Delegaciones y de los Centros de Estudios, permanecerán encendidas continuamente, ante el sagrario, dos lámparas, de materia aprobada por las leyes litúrgicas.
San José custodio del sagrario
Las llaves de todos los sagrarios de los Centros de la Prelatura, han de tener una cadena, de la que cuelga una medalla de San José, con la inscripción: Ite ad Ioseph. (Id a José).
San José, custodio de Jesús, lo custodia también en la Eucaristía. Es también llamada a que acudamos a él en todas nuestras necesidades. La llave del sagrario se guarda en una caja digna, forrada por dentro con terciopelo, moiré, etc., que el Director conserva bajo llave (también el duplicado).
Inmediatamente antes de comenzar un acto litúrgico en el que se ha de abrir el sagrario, se coloca la caja sobre el altar, junto al tabernáculo; y en cuanto se termina, se devuelve a su sitio. Generalmente, el Director se ocupa de llevar y recoger la llave.
EXAMEN PARTICULAR
Es un examen breve, pero frecuente, sobre un punto concreto, que mantiene vivo el espíritu de lucha a lo largo de toda la jornada. Impide que nos abandonemos –la tibieza- y asegura la eficacia de nuestro esfuerzo por ser santos.
El examen general parece defensa. -El particular, ataque. -El primero es la armadura. El segundo, espada toledana" (Camino 238).
Con el examen particular has de ir derechamente a adquirir una virtud determinada o a arrancar el defecto que te domina.
Es un punto concreto de lucha que nos indican en la Charla periódica con el director. Conviene tener la iniciativa de sugerirlo: "Pide luces. -Insiste: hasta dar con la raíz para aplicarle esa arma de combate que es el examen particular"
Tiene la ventaja de presentar batalla al enemigo donde nos interesa, para que el enemigo no la presente donde no nos convenga.
Momentos que hemos de dedicar a considerar especialmente este examen: a primera hora de la mañana, por ejemplo, al levantarnos; al mediodía; y por la noche, de ordinario, dentro del examen general.
En los centros al mediodía, después de las Preces o de la visita al Santísimo, se aprovecha para echar una ojeada a la jornada —como un principio del examen general y del particular—, con el objeto de darse cuenta cómo han ido las horas transcurridas. La jaculatoria Sancta Maria, Spes nostra, Sedes Sapientiae (Ancila Domini), se reza al final de este examen, después de dejar pasar no más de un minuto.
Igualmente conviene considerar, habitualmente, en el breve examen del mediodía, si se han contemplado ya por lo menos los misterios de una de las partes del Santo Rosario.
Si al llegar la noche al hacer el examen general, se percata que se ha olvidado la meditación de esos misterios, se formula el propósito de cumplirlo el día siguiente, pero ese día ya no se hace.
ORACIÓN Y MORTIFICACIÓN POR EL PADRE
1. El Padre es la persona puesta por Dios a la cabeza de la Obra para gobernarla en su nombre y en el de nuestro Fundador:
"Un profundo convencimiento me llena de paz, al ver mi poquedad y al contemplar mi responsabilidad: el Padre sigue conduciendo la Obra desde el Cielo. Yo aquí no deseo ser más que el instrumento leal de su corazón vigilante" (Del Padre, In memoriam, p. 43).
2. Le llamamos sencillamente Padre porque la Obra es una familia, y porque el Padre se desvive constantemente por formar a sus hijos en el espíritu del Opus Dei. Sólo piensa en ser muy fiel a Dios, siguiendo los pasos de nuestro Padre y en ayudarnos a ser santos. Nos quiere -como nuestro Padre- con corazón de Padre y de madre.
3. La filiación al Padre es característica esencial del espíritu de la Obra:
“Cuando yo muera, hijos míos, al Padre, sea quien sea, amadlo mucho, mucho (....). Besad donde pise, no dejéis esa pequeña mortificación diaria y de rezar con amor la oración por el que hace cabeza. ¡Amadlo mucho, hijos míos, que es muy duro llevar ¡esto encima!” (De nuestro Padre).
4. Oración y mortificación por el Padre y por sus intenciones:
Se rezará cada día alguna oración y ofrecerán a Dios alguna mortificación por el Padre.
Si en el examen de la noche advirtieran que las han omitido, rezarán por el Prelado antes de acostarse una breve oración vocal.
“Me ha tocado suceder a un santo, y ser el comienzo de la etapa de la continuidad y de la fidelidad al espíritu del Fundador (...) Sé, con la más confiada seguridad, que la asistencia divina no me faltará nunca, pero yo debo corresponder, y por eso os pido la fortaleza de vuestras oraciones. Encomendadme al Señor, para que, con su gracia, sea bueno y fiel" (Del Padre, In Memoriam, p. 42).
5. Afán por conocer lo que el Padre dice, de obedecer a sus indicaciones y de unirnos a sus intenciones. El espíritu de filiación al Padre está en la base de la unidad de la Obra (Camino, 955).
SANTO ROSARIO
La Obra es esencialmente mariana, y la vida entera de sus miembros está llena de detalles de amor filial a Nuestra Madre del Cielo; por eso, no podía faltar en nuestro plan de vida una práctica de piedad tan arraigada en el pueblo cristiano como es el Santo Rosario. Era tal la importancia que nuestro Padre concedía a esta Norma que señaló que si alguna vez, al llegar al examen de la noche, un fiel de la Prelatura advierte que no ha dicho la parte del Rosario del día, haga lo necesario para rezarla entonces: porque, a no ser por enfermedad o por alguna otra razón de importancia, esa parte no debe dejarse nunca.
Nuestro Fundador quería que se rezase el Rosario del modo que sea habitual en cada país. Pero, a la vez, concretó que esta Norma consiste en la recitación y contemplación de los cinco misterios correspondientes al día, que se rezan en familia o privadamente, y en la brevísima meditación de los otros diez misterios que no se rezan vocalmente: esto no es obstáculo, naturalmente, para que cada uno —por devoción privada— rece cuando lo desee las tres partes del Rosario; o para que en algún caso, como parte de la dirección espiritual personal, se sugiera a alguien decir las tres partes del Rosario.
Modo:
Para fomentar en todos la piedad eucarística, el Santo Rosario se inicia con una estación menor —en latín— y la comunión espiritual, que suelen omitirse cuando se recita inmediatamente antes o después de la exposición y bendición con el Santísimo.
Para facilitar la contemplación de cada misterio, después de enunciarlo, se hace una breve pausa —de tres o cuatro segundos—, antes de comenzar el Padrenuestro y las Avemarías correspondientes.
Al concluir el Santo Rosario y luego de las letanías se reza por las necesidades de la Iglesia y del Estado (Padrenuestro, Avemaría y Gloria); por la persona e intenciones del Sr. Obispo de la diócesis (Padrenuestro, Avemaría y Gloria); y por las benditas ánimas del Purgatorio (Padrenuestro, Avemaría y Requiescant in pace).
Algunos, con toda libertad y privadamente, añaden otra oración por las intenciones de nuestro Padre.
Apostolado del Santo Rosario
Los miembros del Opus Dei se esfuerzan en difundir entre las personas que tratan la devoción del Santo Rosario, que tantas bendiciones atrae del Cielo, y sigue siendo arma poderosa para combatir a los enemigos de la Iglesia Santa: ut inimicos Sanctae Ecclesiae humiliare digneris: Te rogamos, audi nos!.
Un medio práctico y eficaz para impulsar este apostolado es dar a conocer, cada vez más, el libro de nuestro Padre sobre el Santo Rosario, que tanto bien hace a quienes lo leen y lo meditan.
El Salmo II y el Rosario
Cada martes, después de invocar al Ángel Custodio para que les acompañe en la oración, los fieles del Opus Dei besan el Rosario —como manifestación de amor a la Santísima Virgen—, y recitan en latín el Salmo II, que comienza Quare fremuerunt...: sobre este texto se detendrán en la meditación de la tarde.
Forma de rezarlo: En Latín y Español
CONTEMPLACIÓN DEL SANTO ROSARIO
Consiste en la contemplación de los diez misterios que no se rezan vocalmente durante el día. Naturalmente, como devoción personal, no hay inconveniente en rezar las tres partes del Rosario cuando se desee.
Se trata de decir diez jaculatorias, una por cada misterio: preferiblemente, cinco por la mañana y cinco por la tarde.
Basta una brevísima consideración del misterio, que dé lugar a unas palabras con el corazón, internamente: puede ser un texto de la Sagrada Escritura, una jaculatoria ya conocida, o cualquier otra idea o afecto que venga a la mente y al corazón en aquel momento. No importa que sea siempre lo mismo: lo importante es que se haga diariamente un poco de oración, llena de piedad, sobre los misterios del Santo Rosario.
Se puede cumplir en medio de la calle, en el trabajo, o en cualquier otra circunstancia.
Conviene considerar, habitualmente, en el breve examen de mediodía, si se han contemplado ya por lo menos los misterios de una de las partes del Rosario; y si en alguna jornada, al llegar la noche y hacer el examen, se ve que se ha olvidado la meditación de esos misterios, se formula el propósito de cumplirlo el día siguiente, pero ese día ya no se hace.
Santo Rosario
Este acto de piedad ayuda a obtener mucho fruto de la parte del Rosario que se recita todos los días.
Además, los miembros del Opus Dei se esfuerzan en difundir entre las personas que tratan esta devoción del Rosario, que tantas bendiciones atrae del Cielo, y sigue siendo arma poderosa para combatir a los enemigos de la Iglesia Santa: ut inimicos Sanctae Ecclesiae humiliare digneris: Te rogamos, audi nos!
Un medio práctico y eficaz para impulsar este apostolado es dar a conocer, cada vez más, el libro de nuestro Padre escribió sobre el Santo Rosario, y que tanto bien hace a quienes lo leen y lo meditan.
MISTERIOS GOZOSOSLunes y sábados
1°. La Encarnación.2°. La Visitación de Nuestra Señora a su prima Santa Isabel.3°. El Nacimiento del Hijo de Dios en Belén.4°. La Purificación de Nuestra Señora.5°. El Niño perdido y hallado en el Templo.
MISTERIOS DOLOROSOSMartes y viernes
1°. La oración en el huerto.2°. La flagelación del Señor.3°. La coronación de espinas.4°. La Cruz a cuestas.5°. Jesús muere en la Cruz.
MISTERIOS GLORIOSOSMiércoles y domingos
1°. La Resurrección del Señor.2°. La Ascensión del Señor.3°. La venida del Espíritu Santo.4°. La Asunción de Nuestra Señora.5°. La Coronación de María Santísima.
MISTERIOS LUMINOSOSJueves
1º. El Bautismo del Señor.2º. Las bodas de Caná.3º. El anuncio del Reino de Dios.4º. La Transfiguración del Señor.5º. La institución de la Eucaristía.
PRECES
Deus cui proprium est...: confiados en la misericordia de Dios, pedimos que el Espíritu Santo encienda con su fuego de amor nuestras almas, a fin de que le podamos servir con cuerpo casto y corazón limpio; que el Señor sea el principio y el fin de todas nuestras acciones, de modo que nuestra intención se encamine derechamente a la gloria de Dios.
Pedimos el gaudium cum pace: la alegría, consecuencia de la entrega plena al querer de Dios; y la paz, consecuencia de la lucha interior por ser cada día más fieles.
Como es mucho lo que debemos purificar y reparar, pedimos un tiempo de verdadera penitencia, con el propósito de aprovecharlo entero.
La gracia y el consuelo del Espíritu Santo alientan la perseverancia en el camino emprendido, que es y será siempre un don inmerecido garante de la perseverancia final. La fe, la esperanza y el amor se reúnen en esta petición cotidiana.
La invocación a los tres Arcángeles y a los tres Apóstoles es el fruto de una moción interior de nuestro Fundador, en los primeros días de octubre de 1932.
Otras indicaciones
Cuando se rezan las Preces en el oratorio y está presente un sacerdote —o si hay varios, el dignior—, al llegar el momento de la bendición, se acerca al altar, hace genuflexión en la tarima —o en el presbiterio— y se vuelve hacia los asistentes, sin dar la espalda al Sagrario.
Une las manos ante pectus y extiende los brazos hacia adelante, diciendo:
Dóminus sit in córdibus vestris, et in lábiis vestris;
vuelve a unir las manos, y hace con la derecha extendida la señal de la Cruz, teniendo la izquierda también extendida infra pectus, mientras dice:
In nómine Patris, et Fílii + et Spíritus Sancti.
El sacerdote une las manos ante pectus, y todos contestan: Amen.
Después se arrodilla —en la tarima o dentro del presbiterio—, y añade: Pax.
A continuación, puede volver a su sitio en el oratorio, o quedarse arrodillado donde está, hasta que se recite la jaculatoria final.
Cuando un sacerdote reza solo las Preces, omite el Dóminus vobiscum que precede a la oración.
Santo Rosario
Este acto de piedad ayuda a obtener mucho fruto de la parte del Rosario que se recita todos los días.
Pedimos el gaudium cum pace: la alegría, consecuencia de la entrega plena al querer de Dios; y la paz, consecuencia de la lucha interior por ser cada día más fieles.
Como es mucho lo que debemos purificar y reparar, pedimos un tiempo de verdadera penitencia, con el propósito de aprovecharlo entero.
La gracia y el consuelo del Espíritu Santo alientan la perseverancia en el camino emprendido, que es y será siempre un don inmerecido garante de la perseverancia final. La fe, la esperanza y el amor se reúnen en esta petición cotidiana.
La invocación a los tres Arcángeles y a los tres Apóstoles es el fruto de una moción interior de nuestro Fundador, en los primeros días de octubre de 1932.
Sérviam!
℣. Ad Trinitatem Beatíssimam.
℟. Grátias tibi, Deus, grátias tibi: vera et una Trínitas, una et summa Déitas, sancta et una Unitas.
℟. Dóminus Iudex noster; Dóminus Légifer noster; Dóminus Rex noster. Ipse salvabit nos.
℣. Christe, Fili Dei vivi, miserere nobis.
℟. Christe, Fili Dei vivi, miserere nobis.
℣. Exsurge, Christe, ádiuva nos.
℟. Et líbera nos propter nomen tuum.
℣. Ad Beatam Vírginem Mariam Mediatricem.
℟. Recordare, Virgo Mater Dei, dum stéteris in conspectu Dómini, ut loquaris pro nobis bona.
℣. Ad Sanctum Ioseph Sponsum Beatae Mariae Vírginis.
℟. Fecit te Deus quasi Patrem Regis, et dóminum universae domus eius: ora pro nobis.
℣. Ad Angelos Custodes.
℟. Sancti Angeli Custodes nostri, deféndite nos in proélio ut non pereamus in tremendo iudício.
℣. Ad Sanctum Iosephmariam Conditorem nostrum.
℣. Oremus pro Beatíssimo Papa nostro N.
℟. Dóminus conservet eum, et vivíficet eum, et beatum fáciat eum in terra, et non tradat eum in ánimam inimicorum eius.
℣. Oremus et pro Antístite huius dioecesis.
℟. Stet et pascat in fortitúdine tua, Dómine, in sublimitate nóminis tui.
℣. Oremus pro unitate apostolatus.
℟. Ut omnes unum sint, sicut tu Pater in me et ego in te: ut sint unum, sicut et nos unum sumus.
℣. Oremus pro benefactóribus nostris.
℟. Retribúere dignare, Dómine, ómnibus nobis bona faciéntibus propter nomen tuum, vitam aeternam. Amen.
℣. Oremus pro Patre.
℟. Misericórdia Dómini ab aeterno et usque in aeternum super eum: custodit enim Dóminus omnes diligentes se.
℣. Oremus et pro frátribus nostris Operis Dei, vivis atque defunctis.
℟. Salvos fac servos tuos, Deus meus, sperantes in te.
℣. Mitte eis, Dómine, auxílium de sancto.
℟. Et de Sion tuere eos.
℣. Réquiem aeternam dona eis, Dómine.
℟. Et lux perpétua lúceat eis.
℣. Requiescant in pace.
℟. Amen.
℣. Dómine, exaudi orationem meam.
℟. Et clamor meus ad te véniat.
[Si está presente el sacerdote: ]
℣. Dóminus vobiscum.
℟. Et cum spíritu tuo.
Oremus.
Deus, cui próprium est misereri semper et párcere: súscipe deprecationem nostram. Ure igne Sancti Spíritus renes nostros et cor nostrum, Dómine: ut tibi casto córpore serviamus, et mundo corde placeamus.
Actiones nostras, quaésumus Dómine, aspirando praéveni et adiuvando proséquere: ut cuncta nostra orátio et operátio a te semper incípiat, et per te coepta finiatur. Per Christum Dóminum nostrum.
℟. Amen.
℣. Sancte Míchaël.
℟. Ora pro nobis.
℣. Sancte Gábriel.
℟. Ora pro nobis.
℣. Sancte Ráphaël.
℟. Ora pro nobis.
℣. Sancte Petre.
℟. Ora pro nobis.
℣. Sancte Paule.
℟. Ora pro nobis.
℣. Sancte Ioannes.
℟. Ora pro nobis.
[ Si está presente el sacerdote, el dignor dirá: ]
Iube, Domne, benedícere.
[ Sacerdote bendice: ]
Dóminus sit in córdibus vestris, et in lábiis vestris, in nómine Patris + et Fílii et Spíritus Sancti.
℟. Amen.
℣. Pax.
℟. In aeternum.
℟. Gracias, a Ti, Dios mío; gracias a ti; verdadera y única Trinidad; una y suma Deidad; santa y única Unidad.
℟. El Señor es nuestro Juez, El Señor es nuestro Legislador; El Señor es nuestro Rey; El Señor es nuestro Salvador.
℟. Cristo, Hijo de Dios vivo, ten misericordia de nosotros.
℣. Cristo, ayúdanos.
℟. Y libéranos por tu nombre.
℣. El Señor es mi luz y mi salvación: ¿a quién temeré?
℟. Si vienen ejércitos contra mí, no temerá mi corazón; si surge una adversidad contra mí, en Ti esperaré.
℣. A la Santísima Virgen María, Mediadora.
℟. Recuerda, Virgen y Madre de Dios, cuando te encuentres ante la mirada del Señor hablarle de nuestras necesidades. Habla bien de nosotros.
℣. A los Ángeles Custodios.
℟. Santos Ángeles Custodios nuestros, defendednos en el combate para que no perezcamos en el juicio final.
℟. Intercede por sus hijos para que, fieles al espíritu del Opus Dei, santifiquemos el trabajo, y busquemos ganar almas para Cristo.
℣. Oremos por el Beatísimo Papa nuestro N.
℟. El Señor lo conserve, y lo vivifique, lo haga bienaventurado en la tierra y no permita que caiga en manos de sus enemigos.
℣. Oremos por el Obispo de esta Diócesis.
℟. Para que apaciente tu rebaño con tu ayuda poderosa, Señor, y conforme a la sublimidad de tu nombre.
℣. Oremos por la unidad del apostolado.
℟. Para que todos seamos uno, como tú, Padre, estás en mí, y yo en ti, que todos sean uno, así como nosotros somos uno.
℣. Todo reino dividido contra sí mismo será destruido.
℟. Y toda ciudad o casa dividida contra sí misma, no permanecerá.
℣. Oremos por nuestros benefactores.
℟. Dígnate, Señor, conceder la vida eterna a todos los que nos hacen el bien. Amén.
℣. Oremos por el Padre.
℟. La bondad misericordiosa del Señor venga siempre sobre él. Custodia también, Señor, a todos los que le aman.
℣. Oremos también por nuestros hermanos del Opus Dei, vivos y difuntos.
℟. Salva, Dios mío a tus siervos, que esperan en Ti.
℟. Y protégelos desde Sión, tu monte santo.
℣. Dales, Señor, el descanso eterno.
℟. Y brille sobre ellos la luz perpetua.
℣. Descansen en paz.
℟. Amén.
℣. Señor, escucha mi oración.
℟. Y llegue a Ti mi clamor.
℣. Oremos
Oh Dios, de quien es propio tener siempre misericordia y perdón. Enciende el fuego de tu Espíritu Santo en nuestras entrañas y en nuestro corazón, para que en castro cuerpo te sirvamos, y en el corazón del mundo te complazcamos.
℟. Amén.
Todos: Alegría y Paz, enmienda de la vida, espacio a la gracia de la verdadera penitencia, consuelo del Espíritu Santo y perseverancia en el Opus Dei nos concedas omnipotente y misericordioso Señor.
℣. San Miguel.
℟. Ruega por nosotros.
℣. San Gabriel.
℟. Ruega por nosotros.
℣. San Rafael.
℟. Ruega por nosotros.
℣. San Pedro.
℟. Ruega por nosotros.
℣. San Pablo.
℟. Ruega por nosotros.
℣. San Juan.
℟. Ruega por nosotros.
℣. Paz.
℟. Por toda la eternidad.
el temor de una censura;
La Costumbre del tiempo de trabajo de la tarde, además de ser un modo de preparar la oración, permite mejorar la atención en la labor concreta que se realiza; ayuda a descubrir el valor sobrenatural que el trabajo encierra para la santificación y para el apostolado; y facilita la rectitud de intención para ofrecérselo al Senor. Puede ser oportuno dedicar ese tiempo a una ocupación determinada, que constituya como el centro del trabajo, evitando la dispersión en muchas actividades sueltas; así como aumentar durante esas horas las mortificaciones pequenas, sobre todo aquéllas que faciliten el cumplimiento intenso, fiel, acabado y amoroso del trabajo ordinario.
La forma concreta de llevar a la práctica esta Costumbre dependerá de las diversas circunstancias de cada miembro de la Obra. Puede vivirse en casa, en la oficina, en la fábrica, en la universidad, o en medio de las ocupaciones familiares. Sin embargo, en todo caso se procura vivir las primeras horas de la tarde con especial recogimiento: si no es chocante, también con el silencio exterior, tratando de evitar las conversaciones innecesarias. Y, sobre todo, se vive el silencio interior —que es oración—, por el que se busca más especialmente en esos momentos adquirir y fomentar el hábito de convertir el trabajo en instrumento de santificación, a través de las Normas de siempre: actos de amor de Dios, jaculatorias, etc.
El tiempo de trabajo de la tarde se practica en los Centros todos los días, también los domingos y días de fiesta. Ordinariamente, este rato de silencio comienza a partir de la última reunión en familia que se ha tenido después de la comida del mediodía: visita al Santísimo o tertulia.
Con el examen de conciencia, empieza el tiempo de la noche, en el que se procura conseguir un trato más asiduo con el Señor, sin interferencias que distraigan. En los Centros donde la tertulia de la noche es a última hora y, por tanto, inmediatamente después se hace el examen, el tiempo de la noche comienza ya a partir del momento en que se levanta la tertulia.
También en este caso, los Agregados y los Supernumerarios concretan en la charla fraterna el modo de vivir esta Costumbre, según sus circunstancias personales, y —en el caso de los Supernumerarios— de acuerdo con sus deberes de estado.
Pedir ayuda al Espíritu Santo -autor principal de la Sagrada Escritura- para comprender lo que quiere decirnos ese día con las palabras que nos toca leer.
Pero es preciso luchar con "industrias humanas", con "despertadores", para alcanzar la presencia de Dios habitual. Comenzar y recomenzar.
Algunos ejemplos prácticos. Insistir una y otra vez.
Muchas veces se empleará un versículo de la lectura del Nuevo Testamento —para que sirva de meditación durante el día y sea un medio de conservar la presencia de Dios—
También para fomentar el sentido de la presencia de Dios, los fieles de la Obra se saludan o despiden con la expresión: Pax; a la que se responde: In aeternum.
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